Fernando Romera

El viento en la lumbre

Fernando Romera


Vetonia vaciada

08/12/2021

Puestos a caer en la vacuidad nacionalista, que se ha mostrado con profusión esta semana de celebración constitucional, hoy voy a proponer una ficción que bien podría haber cuajado de haber tenido aquí mimbres bastantes y alguien lo suficientemente dispuesto al petardeo político. De abrirse eso que se ha dado en llamar con tanta vulgaridad, el «melón constitucional», quizás sería un buen momento para solicitar la creación de la Vetonia como Comunidad. Tampoco hay que ser ahora muy remilgado. Con los mismos tintes, si no menos, Cantabria se largó de Castilla y ahí la tienen, con un regionalista de bigote añejo en la presidencia y presumiendo de anchoa y sobao casi como elementos diferenciadores. Vetonia tendría, claro que sí, suficientes argumentos históricos de base. Si tiramos de etimología, hay no poca toponimia céltica o protocéltica atribuda por estos lares. De Ávila se puede presumir sin problema, aunque afirmarlo se complique un poco. Lo bueno de la toponimia céltica es que, como pocas veces es demostrable, podríamos usarla sin excesivos conflictos porque vale igual para un roto que para un descosido. Nuestros verracos aún no han sido excesivamente explotados como elemento mágico popular. Y todo porque no los han querido sacar en Cuarto Milenio, al igual que a Stonehenge, algo que debería reivindicarse con afán porque nuestros Toros de Guisando no son menos que las piedras británicas y seguro que misterio ocultan. Por no hablar de los castros que no desmerecen frente a los gallegos. Si me apuran, tenemos hasta nuestra mitología propia, con sus dioses, sus duendes, sus brujas y esas cosas que tanto juego dan a lo nacionalista. Estaba el dios Vaélico; están los martinicos o los gamusinos, que son los duendes del hogar de por aquí. Y qué decir de nuestro ADN céltico-romano y visigodo, que nos ha llevado a ser un pueblo austero y serio casi hasta la introversión. Nada hay más diferente en España al carácter que se nos supone de gente cercana y simpática que un vetón de pura cepa. A poco que rasquemos, con toda seguridad, hallamos algún rasgo genético que nos separa a los vetones del común de los hispanos. Tenemos la jota castellana, que es un ritmo muy propio de los lugares célticos y que nos emparenta con la bourrée francesa o algunos sonidos irlandeses, (escuchen el Fairytale of New York de los Pogues). O las fiestas de máscaras como los harramachos o cucurrumachos, que se pierden en la memoria del tiempo... Básicamente podemos decir que a los vetones no nos puede toser ningún independentista peninsular porque podemos ser la Escocia del sur, la Quebec europea, con nuestro conflicto internacional propio: buena parte de nuestra nación se encuentra en tierras portuguesas, por lo que, creo, habría que pedir a la ONU que nos asista en nuestra reivindicación como pueblo oprimido,  no sólo por las instituciones actuales, sino desde los mismísimos romanos, que desmantelaron nuestra tradición y nuestras costumbres para traernos a esta civilización que se está cargando el planeta. Yo ahí lo dejo. Con mucho menos, otros han levantado naciones y culturas patrias. No creo que nos fuera a servir para sacar nada de los presupuestos generales del Estado, para arañar millones de acá y allá... A lo mejor da para hacer un partido y meterlo en esa cosa de la España vaciada que se quiere montar para desgastar a la derecha. No sé. Se podría llamar Vetonia Vaciada. Así, con Uve de Vendetta...