Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


Ejemplos y la RAE

31/05/2022

Dice el diccionario de la RAE que, el ejemplo se usa para explicar, ilustrar o aclarar una cosa. Así, cuando algo no lo entendemos directamente, un ejemplo nos saca de dudas, y nuestras entendederas ven la luz y comprendemos.  
Los medios de comunicación, sean hablados o escritos, todos los días nos dan información sobre un montón de cosas, utilizando palabras que aceptamos y comprendemos; pero a veces lo mismo, se dice con palabras distintas, entendiendo el fondo del asunto de la misma manera; pero puede ocurrir, si eres curioso, preguntarte cual es la manera o la palabra correcta, dejando aparte la riqueza de nuestro idioma que permite estas libertades sin faltar en nada a la verdad. Para aclarar esta ligera exposición, pongamos ejemplos.
Sobre el tema preocupante de la despoblación de muchos de nuestros pueblos de España, y entendemos perfectamente de que va el tema, se utilizan dos palabras para decir lo mismo, pero que no significan los mismo: vacía y vaciada. Ejemplo. Tenemos un vaso donde no hay nada, ese vaso está vacío. Echamos agua y el vaso ya contiene algo, ya no está vacío. Esperamos un tiempo y el vaso sigue conteniendo agua, que vamos bebiendo poco a poco, hasta que quede un poquito, o lo bebemos hasta la última gota. El vaso se ha ido vaciando, y pudiera quedar vaciado del todo.
Hablamos del rey emérito, tan de actualidad, y como no sé lo que es ser emérito, recurro de nuevo al diccionario de la RAE, que se ha convertido como la ley del idioma, que viene a decir que palabra es legal: 1.- Dicho de una persona, especialmente de un profesor: que se ha jubilado y mantienen sus honores y alguna de sus funciones.  2.- En la Roma antigua, dicho de un soldado: que había cumplido su tiempo de servicio y disfrutaba la recompensa debida a sus méritos. Como ejemplo tenemos la hermosa ciudad de Mérida, no en vano capital de Extremadura, al norte de Badajoz, y con una población similar a la de Ávila, que fue fundada por Octavio Augusto en el siglo I a.C. como retiro y recompensa a los soldados veteranos, los «eméritos», con el nombre de Emérita Augusta. De la primera acepción se podría deducir lo siguiente. Los reyes no se jubilan (véase el caso de la reina Isabel del Reino Unido) pero si abdican. Juan Carlos no mantiene sus honores ni ninguna función, es un rey que pasó a la historia, con sus luces y sus sombras, aunque siga vivo. Por lo tanto, no es de aplicación la palabra emérito a Juan Carlos I, sino como dice el R.D. aplicable, es un rey «honorifico». Conclusión, o se le llama de otra manera, o se cambia o amplia la definición del diccionario para la palabra emérito.
También está nuevamente de moda, las palabras nación y nacionalidad, esta última como una concesión política en la redacción del texto de la Constitución a algunas regiones de España, por entender aquellas que tienen ciertas particularidades que las diferencian de otras, gran falacia cuando todos, individuos, familias, barrios, parroquias, pueblos, Autonomías, todos, desde lo mas pequeño a lo mas grande, tienen sus particularidades. La RAE define como nación: Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo Gobierno. Y también: Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común. (el subrayado es mío). Mientras que nacionalidad la define así: Condición y carácter peculiar de los pueblos y habitantes de una nación. Y solamente en España, y para España, no para Hispanoamérica, ni para ningún otro sitio o nación, la RAE tuvo a bien recoger lo siguiente: Comunidad autónoma a la que, en su Estatuto, se le reconoce una especial identidad histórica y cultural. Esta, que fue una debilidad política del momento, pues todas las Autonomías tienen su identidad histórica y cultural, dentro de una misma nación, es el clavo al que se agarran algunos separatistas e independentistas, y un Gobierno serio y no «zapateril», no puede ni debe admitir diferencias.