Vicente García

El buitre de colores

Vicente García


Cambio climático y el negocio de la guerra

27/10/2022

Son las guerras, por desgracia, inherentes al ser humano. A través de la historia han forjado las civilizaciones, unido tierras y destrozado países y vidas.

Para muchos parecían no existir en nuestro siglo 'floreciente', ya que los conflictos apenas nos afectaban y los muertos nos pillaban bastante lejos como para que nos salpicara su sangre; pero ahora viendo el cariz que está tomando la invasión de Ucrania y la implicación directa o indirecta de la mayor parte de los países de todo el mundo se aprecia mucho mejor esa palabreja denominada 'globalidad' y que implica entre otras cosas, que cualquier suceso aunque sea al otro lado de la Tierra, podría afectarnos de algún modo (es el llamado efecto mariposa).

Esto ya lo estamos sufriendo desde hace algunos años con el tema del cambio climático, y la preocupación de que el incremento de la temperatura ya evidente está desertizando grandes zonas del planeta, haciendo que el clima antes más o menos predecible se vuelva cada vez más extremo. Ayer mismo anunciaban los medios que en Europa las muertes por calor extremo habían aumentado un 68 por ciento en el último año, y que nuestro país era uno de los más afectados debido a su situación geográfica; pero efectos destructivos también se están haciendo patentes en otros lugares mucho más lejanos con deshielos de glaciares a una velocidad inusitada, el cambio peligrosísimo que está sufriendo la corriente del Golfo, reguladora del clima en casi todo el planeta, el aumento de tornados y aparición de huracanes en latitudes hace unos años impensables, o episodios de sequía persistente salteados por precipitaciones torrenciales con cientos de litros caídos en pocos minutos…

Todo esto está quedando diluido por un tema igual de preocupante y también íntimamente unido como es la guerra que, al igual que el cambio climático, amenaza a nuestro mundo, con un impresionante aumento de despliegue y gasto armamentístico 'para matar', y sobre el que gran parte de la población mundial se encuentra como mínimo preocupada porque la capacidad de destrucción con tantas armas atómicas existentes, es total, y visto lo visto, algunos líderes de varios países tienen las neuronas poco finas y la cabeza menos estable como para estar tranquilos…

Los que sí se están frotando las manos y llenando los bolsillos son los fabricantes de armamento y tecnología asociada, ahora que todos los países de la OTAN están incrementando el gasto militar paralelamente al aumento de la listas de espera en hospitales públicos y la carencia de especialistas en ellos. Algo que muchos dirán que no tiene nada que ver, pero resulta paradójico.

Y es que, sin entrar en de quién es la culpa, "El hombre se ha vuelto loco" una vez más y han vuelto los dos grandes bloques como en un pasado no tan lejano que hace tiritar y no precisamente de frío.

Se están desarrollando y probando misiles hipersónicos capaces de hacer explotar cargas nucleares a miles de kilómetros, a la vez que se desarrollan sistemas de defensa que intentan detectar, interceptar y hacer visibles los obuses invisibles, o los drones que hace unos años identificábamos como aparatos de entretenimiento para hacer fotos y vídeos caseros, ahora sabemos que también los hay destructores, kamikazes, y que se están preparando enjambres de ellos no precisamente para entretener al personal con luces de artificio.

Y otra cosa que también 'asusta' o al menos produce mucha inquietud es el armamento llamado autónomo, capaz de tomar decisiones sin que el hombre apenas intervenga y sobre el que, aprovechando esta guerra están viendo la luz, no sólo los mencionados aviones no tripulados, sino también material de tierra como tanques autónomos dotados de inteligencia artificial, e incluso robots experimentales con armamento incluido que nos recuerdan a las películas de "Terminator" donde las máquinas deciden que el hombre es el enemigo a exterminar. Y ya no estamos hablando de ilusiones futuristas, sino de la realidad actual en la que algunos dementes pueden llevarnos a la destrucción total.

Mientras tanto, siempre habrá quien diga que no es para tanto, o que gracias al cambio climático a lo mejor este invierno no tendremos que poner la calefacción tanto y eso que nos ahorramos, aunque nos achicharremos el próximo verano. :-(