«No éramos conscientes de nada, allí se jugaba con el amianto»

P. Velasco
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Treinta y tres años trabajando en Uralita le han dejado una fibrosis intersticial pulmonar difusa producida por exposición a polvo de amianto, pero también muchos compañeros fallecidos

«No éramos conscientes de nada, allí se jugaba con el amianto»

Los 33 años que estuvo trabajando en la empresa vallisoletana de Uralita dejaron a Fidel de la Calle complicaciones en su salud, ya que tiene diagnosticada una asbestosis –una fibrosis intersticial pulmonar difusa producida por exposición a polvo de amianto–, pero también muchos compañeros fallecidos y una lucha sindical que comenzó como trabajador y que hoy en día sigue para paliar las consecuencias que este material dejó en muchas familias, no solo de Uralita sino de otras muchas empresas. La aprobación del fondo de compensación para las víctimas por el Gobierno ha sido una «pequeña» alegría en todo este largo proceso, aunque reconoce que todavía queda camino por recorrer hasta que vea realmente la luz y las familias que no han cobrado por las consecuencias del amianto puedan hacerlo. Él sí recibió indemnización cuando años después de prejubilarse le diagnosticaron la enfermedad pulmonar, aunque tuvo que pleitear en los juzgados.

Fidel comenzó a trabajar en Uralita  en el año 72 donde estuvo hasta 2005, ahora con 68 años recuerda cómo llegaba el material a la fábrica y lo cargaban al hombro: «No éramos conscientes de nada, allí se jugaba con el amianto, había blanco y azul, tu lo cogías y era como una pelota de nieve». Recuerda que comenzaron a darse cuenta de la situación en el año 82, cuando acudieron a una manifestación a Madrid para desbloquear el convenio y vieron a gente mayor de otras fábricas españolas anteriores a la de Valladolid «con bombonas de oxígeno». «Aquí ya había muerto gente de cáncer, pero no nos habíamos concienciado», añade.

El 95% de la plantilla de Uralita está afectada por problemas respiratorios y de los 800 que trabajaron en la fábrica durante esos años, calcula que unos 160 ya han fallecido de cáncer. Su diagnóstico llegó cuando tenía 56 años y consiguió la incapacidad permanente por enfermedad profesional, pero todos los años va a la revisión con el temor de la aparición de un tumor.