El Real Ávila necesita reaccionar

A.S.G.
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El empate ante el UD Santa Marta pone en evidencia las carencias de un Real Ávila incapaz de controlar los partidos en el Adolfo Suárez. Esta vez no funcionó la heroica ni la remontada final de otras tardes

Borja Rubiato - Foto: Isabel García

Esta vez no hubo heroica ni arreón final, no hubo subidón de adrenalina ni final de infarto. Esta vez no hubo remontada ni gol de última hora, lo que había 'salvado' al Real Ávila ante el Atlético Astorga (3-3), Ponferradina B (4-3) o Palencia (1-0).Ante los astorganos fue el gol de Ivi en el 81', ante los bercianos y palentinos los goles de Adeva en el 83', 89' y 86' respectivamente. Caminar sobre el alambre y salvarse sobre la campana se había convertido en poco menos que una seña de identidad de un equipo que solventaba desde su pegada final todo lo demás. Y en la grada se esperaba que este domingo, al menos, se intentara repetir. Sin embargo esta vez la moneda, otras veces  'cara', esta vez fue 'cruz'. No hubo remontada, pero tampoco toque arrebato ante unSanta Marta que, lejos de amedrentarse por el escenario y el momento, se mostró con la personalidad impropia de un equipo con tintes de juvenil. «Si tenemos que perder, que sea mirando a la portería contraria» puso como premisa Mario Amatría, su entrenador. Y en el Adolfo Suárez los tormesinos no sólo no perdieron. Pudieron ganar.

Se estrelló el Real Ávila contra su propia realidad. Los tormesinos hicieron saltar por los aires aquello que  había quedado 'tapado' jornadas atrás con la adrenalina de los minutos finales.El calentón de las remontadas obviaron la realidad de un equipo que, de momento, no es capaz de controlar los partidos en su campo, en un Adolfo Suárez que espera mucho más de los suyos y que ya este domingo mostraron cierta desaprobación ante lo que veían. Porque los encarnados, como ya pasara  jornadas atrás, son un equipo de arreones, de envestidas, de pinceladas aisladas.  Lejos queda aquel bloque del curso pasado que se imponía a los rivales desde la intensidad, el esfuerzo y el trabajo colectivo. Lo busca Rubiato, sin duda, pero no termina de encontrar la tecla. Ni fuera ni dentro, en un Adolfo Suárez que se ha convertido en un gigante con pies de barro.

«Lo de hoy –por el domingo– es un tropiezo porque es en casa, porque veníamos dolidos de la derrota del otro día, pero esto se subsana con más trabajo. Tenemos que ponernos el objetivo de sumar de tres en tres. Los de arriba empiezan a sumar bastante».Era sincero Borja Rubiato, entrenador del Real Ávila, tras el partido ante unUD Santa Marta cuyo empate en el Adolfo Suárez hizo daño.

Desde 'arriba', desde quienes manejan los hilos del club, son claros. «Confianza absoluta» hacia el entrenador. Como el de Santa María del Tiétar, consideran que el equipo aún está en construcción. De puertas hacia adentro se asume que sobre el papel habría partidos que se debían haber ganado pero «esto es fútbol». Todos, dentro y fuera, confían en la reacción de manos de Rubiato.Aunque séptimo, el equipo está a un punto del cuarto clasificado. Un triunfo lo puede arreglar todo.