Editorial

La repercusión económica y social de la Escuela de Policía en Ávila

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La Escuela Nacional de Policía volvió a engalanarse para acoger una jura multitudinaria, la que protagonizaron los 2.523 agentes (1.818 hombres y 705 mujeres) pertenecientes a la XXXVI promoción de la Escala Básica de la Policía Nacional, en un acto que estuvo presidido por el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska.

Durante el tiempo que se ha prolongado la pandemia, la Escuela Nacional de Policía ha sido todo un ejemplo a la hora de adaptar la formación para que los miles de alumnos que pasan por sus aulas hayan podido continuar con ella con relativa normalidad. Compaginando presencialidad con formación a distancia, el proceso formativo de los agentes de las distintas escalas no ha decaído en ningún momento, manteniendo los altos estándares de calidad que lo presiden.

Si algo se ha resentido por esta circunstancia ha sido la ciudad de Ávila, que, entre otras cuestiones, no ha podido albergar acontecimientos como el que se vivieron este viernes, una gran fiesta para los alumnos, en la que se veían acompañados de sus familiares y amigos, y que se trasladaba a las calles abulenses durante los días precedentes incluso posteriores. Por fortuna esta situación se normaliza paulatinamente y ayer se pudo vivir de nuevo un gran acontecimiento social, con largas colas para acceder a las instalaciones de la Escuela Nacional de Policía, con hoteles llenos, con los restaurantes a rebosar, y es que la Escuela Nacional de Policía es uno de los grandes motores de la economía abulense, y no solo en estas citas puntuales, también a lo largo de todo el año para el mercado inmobiliario, para el comercio, para la hostelería…

Una vez recuperadas las juras aún queda pendiente otro gran acontecimiento social que se había instalado en Ávila y que, desgraciadamente, con la pandemia se vio reducido de manera considerable. Se trata de las pruebas de acceso a la Escala Básica, que convirtieron a la Escuela Nacional de Policía en sede única para la ejecución de las primeras pruebas físicas y que ante la mencionada pandemia se optó por diversificar en varias sedes distribuidas por toda España. Ávila era uno de esos lugares, pero las últimas convocatorias nada tenían que ver con esas que atraían a decenas de miles de aspirantes durante los meses de octubre y noviembre y que también suponían una importante inyección económica para la ciudad.

Hay que confiar en que esas pruebas regresen de nuevo en su totalidad a Ávila, y este viernes parecía un momento propicio para que los representantes institucionales abulenses planteasen esa reivindicación ante el ministro de Interior, y más en un momento en el que la Escuela Nacional de Policía avanza firmemente para convertirse en Centro Universitario de la Policía, y ser su sede principales. Y es que la ENP reúne unas condiciones únicas para seguir siendo un referente policial a nivel mundial, y desde el Gobierno de España se debe seguir potenciando ese reconocimiento.