Julio Collado

Sostiene Pereira

Julio Collado


Volver a Viriato y a los Reyes Católicos

21/11/2022

Sostiene Pereira que anda estos días leyendo con atención la nueva ley educativa. Se ha detenido en especial en lo que concierne a los programas de Historia porque andan las aguas revueltas respecto a si dar Viriato o la reciente Historia de España. Discusión que le chirría pues le retrotrae a los tiempos escolares de su niñez y adolescencia en los que nunca se llegaba a la triste y desgraciada Guerra Civil. Enredados con los romanos y la eterna y mal llamada Reconquista además de los mitos del Cid, de los Reyes Católicos, del Imperio donde no se ponía el sol y de la Conquista de América, nunca llegaba la hora de hablar de lo más cercano; de eso cuyo vacío llenaba el silencio y el miedo. De eso, que a pesar de los pesares, es lo que está influyendo con encono y poca calma en el presente. Llevarlo a la escuela es la forma más sensata de desactivar el conflicto mediante el conocimiento histórico más ajustado a la realidad, sin maniqueísmos. 
Mientras leía con satisfacción los objetivos que se proponen en la citada ley, deseaba con vehemencia que eso mismo se hiciera en los colegios y en los institutos: leer la Ley y sus desarrollos en voz alta, discutirlos y traducirlos a su vivir escolar. ¿Qué mejor aprendizaje que saber sus derechos, sus obligaciones y sus actitudes como estudiantes y ciudadanos? Lo mismo podía decirse de lo importante que serían charlas y debates en la comunidad educativa en los que las familias se pusieran al día sobre el porqué de los cambios en el currículo que estudian sus hijos. Así, se evitarían que las medias verdades o las frases sacadas de contexto malearan el ambiente con discusiones vanas. Es un mal antiguo de  España discutir eternamente si son galgos o podencos mientras la caza se evapora. Si la vida cambia y la ciencia avanza, la enseñanza no puede quedar anclada o volver a los modos antiguos. Aunque lo añoren los nostálgicos de las «viejas glorias». 
Algunas pinceladas que ha entresacado de su lectura muestran ese nuevo y fértil modo de concebir la enseñanza de la Hª en Secundaria (Real Decreto 217/2022): «La materia de Geografía e Historia contribuye a la percepción y el análisis de una realidad cada vez más diversa y cambiante. La comprensión de su devenir a través del tiempo y del espacio, y el análisis del cambio como fruto de la acción humana implica concebir el aprendizaje del alumnado como una invitación al conocimiento de sí mismo y del mundo que lo rodea, a la participación y al compromiso social». Por tanto «Deberá aprender a analizar de forma crítica planteamientos históricos y geográficos explicando la construcción de los sistemas democráticos y los principios constitucionales que rigen la vida en comunidad, así como asumiendo los deberes y derechos propios de nuestro marco de convivencia»… y «el análisis de los distintos momentos históricos que la conforman, en especial, la pérdida de las libertades y derechos tras el golpe de Estado del 1936, así como la visibilización de la aportación de las mujeres, que han marcado, a través de su compromiso y acción pacífica, gran parte de los avances y logros del estado social y de derecho que hoy disfrutamos. La Constitución española es un símbolo activo de nuestra identidad cívica, y debe promover en el alumnado una actitud de vigilancia ante cualquier amenaza o cuestionamiento, además de instar al ejercicio de la mediación en pos de una gestión pacífica de los conflictos». 
En fin, es tan importante saber la historia reciente que sin ese saber se hace difícil acercarse a testimonios actuales como este de Gonzalo Sánchez, un viejo jornalero andaluz, y comprender toda su inhumanidad para que nunca vuelva a pasar. ¿Qué ocurriría si se leyera en los Institutos esta mínima historia como texto motivador para comenzar el tema La guerra civil? Riqueza, sencillez y emoción no le faltan. Dice así: «Nací en Lebrija el año 39. Mi padre era jornalero y mi madre, ama de casa. Ella, durante la república, había ido a un buen colegio y sabía leer y escribir. Y eso, que para una mujer de aquella época, era una virtud, también se convirtió en mala suerte. Antes del Golpe del 36, mi madre se sentaba al pie de la Cruz de la plaza del mantillo y les leía a las demás mujeres el periódico  Tierra y Libertad, que editaba la CNT. Tenía poder de convocatoria. Así que, cuando llegó el Golpe, mi madre ya estaba marcada. Los falangistas la detuvieron, le cortaron el pelo al cero y la pasearon por la Plaza del Ayuntamiento. Allí, estaban las mujeres de los caciques  tomando el fresco y, a mi madre, la obligaron a dar dos vueltas delante de ellas para que se sintiera humillada, rapada como estaba. Sólo le dejaron un mechón en lo alto para cogerle un moño con un lazo de la bandera de España. Desde entonces, mi madre fue una mujer perseguida, reprochada».