50 años de un referente hotelero abulense

J.M.M.
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El hotel Palacio Valderrábanos cumplía el pasado mes de abril medio siglo de vida, lo hacía con las puertas cerradas por la pandemia y ahora, poco a poco, va retomando su actividad, tras su reapertura el pasado fin de semana

50 años de un referente hotelero abulense

El hotel Palacio Valderrábanos ha cumplido recientemente su cincuenta aniversario, una efeméride que le ha tocado vivir con sus puertas cerradas dada la situación provocada por la pandemia. Ahora, poco a poco, va retomando su actividad, afrontan el futuro con esperanza, «con la certeza y el ánimo de seguir siendo un referente en el sector hotelero de la ciudad», como reconoce su director, Raúl Francisco Domínguez. El pasado fin de semana abrieron de nuevo sus puertas durante esos días, una experiencia que han repetido este fin de semana y a partir del próximo, coincidiendo ya prácticamente con el inicio del verano, mantendrán su actividad durante todos los días de la semana.

La historia del hotel Palacio Valderrábanos se remonta a abril de 1971 y durante estos 50 años de vida ha sido un referente de la hostelería en la ciudad de Ávila y centro neurálgico de la sociedad abulense. Por sus salones, restaurante, café y habitaciones han pasado conocidas personalidades de los ámbitos de la cultura, la política o el deporte, procedentes de todas las partes del mundo.

En aquellos inicios, D. Tomás Beltrán Meneses supo dar vida comercial a un edificio cuya historia se remonta al siglo XIV. Perteneció a don Gonzalo Dávila de Ágreda, caballero que fue maestresala de los Reyes Católicos, gobernador del maestrazgo de Calatrava y corregidor de Jerez. Su comportamiento ejemplar en la toma de Gibraltar en el año 1462 fue premiado por los Reyes Católicos con la gracia de añadir a su escudo seis roeles y un león coronado con la bandera mora que había conquistado invertida como signo de victoria. Con su segunda mujer, doña María de Saavedra, tuvo vario hijos y una hija, doña Inés Dávila, que casó con don Francisco de Valderrábanos, de quien tomó el nombre dicho edificio.

En la fachada principal se conserva un relieve encima de la entrada, sostenido por un doncel, bajo un arco trilobulado, que muestra el yelmo con penacho y un estandarte con media luna. En el lado derecho hay una gran torre construida de ladrillo y tapial. Y la fachada conserva todavía los ajimeces, alguno de ellos geminados. 

Durante los últimos años se han renovado y modernizado buena parte de las instalaciones para mantener uno de los mejores posicionamientos a nivel hotelero de la ciudad. Y en los últimos meses también ha sufrido el cierre, las incertidumbres y dificultades que se viven, especialmente en el mundo de la hostelería, por la covid-19.

Sin embargo, los responsables del hotel afrontar el futuro con esperanza. Sus 80 habitaciones con 196 plazas están preparadas para acoger a sus visitantes, al igual que los integrantes de su plantilla, en torno a una veintena, que se han visto abocados durante estos meses al ERTE y que, paulatinamente, se irán incorporando a sus puestos de trabajo. Al frente de este equipo está Raúl Francisco Domínguez, que resalta que en estos momentos también hay que dedicar unas palabras de agradecimiento «a las personas que han trabajado aquí durante estos 50 años y los que están actualmente en la plantilla, que algunos llevan más de 40 años con nosotros».

A su vez, y antes de que acabe el año, y siempre y cuando las condiciones de la pandemia y la evolución de la vacunación lo permitan, esperan realizar algún acto conmemorativo de estos 50 años. «Nos hubiese gustado realizar algún acto en la fecha en la que se cumplía justo el 50 aniversario, en abril, pero lo posponemos por la situación y antes de que acabe el año veremos si hay posibilidades para hacer algún acto», apunta Raúl Francisco Domínguez.

En cuanto al retorno a la actividad, en principio, señala, «las previsiones están más focalizadas en los fines de semana, porque en semana comercial es más complicado, pero esperamos que una vez que empiecen las vacaciones escolares y haya más personas vacunadas y en vacaciones que también se reactive el turismo en la ciudad y, lógicamente, también nos llegue a nosotros mayor demanda de reservas».

De hecho las previsiones que tienen son «mejores que las del año pasado, que fue una temporada más corta, porque se pudo abrir a mitad de julio, y este año se abrirá antes de que acabe el mes de junio». No obstante, precisa que «no llegarán los datos a los registros de 2019 y 2018, pero esperamos que el verano ayude y se reactive la actividad con bastantes reservas, sobre todo de mercado nacional».

Y es que, según reconoce Raúl Francisco Domínguez, «para salvar un poco los muebles podemos estar, pero luego habrá que ver entre todos para que cuando llegue el otoño y el invierno haya productos y ofertas que ayuden, porque serán meses complicados».