Sara Escudero

Desde la muralla

Sara Escudero


Nunca digas nunca jamás

22/10/2022

Contesté tajante «jamás» a la pregunta que me hizo mi compi Sara la otra tarde. Con la volatibilidad de los días, las vueltas que da la vida y lo cambiante del mundo, hablar de Jamás esto o jamás lo otro, debería estar prohibido en nuestro vocabulario. Jamás viviré en otro sitio que no sea Avila, y ya llevo unos años fuera. Jamás correré un maratón y muero por hacer otro. Jamás viviré en el país de nunca jamás…
A esta palabra se le suma ese «imposible» que demuestra cada día que se puede volar rozando las dos horas como Kipchoge, conseguir 22 Gran Slam como Nadal, investigar sobre el cáncer de mama o hacer operaciones nunca realizadas hasta la fecha. Lo imposible no solo se encuentra en lo deportivo, sino que la investigación, las humanidades, el universo y la vida demuestran que lo imposible a veces es un poco más posible con medios, esfuerzo y un estar en la pista preparada para bailar cuando sale la orquesta a escena.
Así que entre lo imposible y jamás he de confesar varias cosas: imposible me parecía una guerra al pie de Europa. Jamás pensé que llegaríamos casi a los ocho meses de esta larga y terrible guerra en el siglo en el que estamos. Imposible pensé que sería aguantar 238 días de batalla. Y jamás pensé que tuviera la suerte de poder participar en tan atípica emergencia por la localización, el siglo y el grado de destrucción después de haber sobrevivido a mil batallas y una segunda guerra mundial antes de ayer.
En estos días de otoño, donde los amaneceres y atardeceres tienen un sabor rojizo espectacular, donde huele a calabaza. Cuando las tardes se vuelven cortas y apetece coser al pie de una chimenea. Cuando los días se vuelven plomizos y esperas pacientemente al despertar de la primavera tras el paso del invierno… Jamás me sentí tan afortunada. 
Imposible no dejar de admirar un atardecer, recorrer las calles de tu destino, tener donde volver cada día después de tus viajes, contemplar un día más el sol desde el otro lado de la muralla. Jamás dejemos de pensar que podemos luchar por un mundo mejor. Imposible rendirse en momentos tan convulsos de guerra, crisis energética, cambio climático y el mal que está por encima de todo que es la envidia y el egoísmo. No comentamos el error de pensar que jamás podremos hacer algo por evitar las cosas. Que es imposible cambiar el rumbo del planeta. Que lo que sientes tú, puede ser similar a lo que sentimos el resto. Que las estrellas brillan en todas las partes del mundo, con la salvedad de que yo veo una parte y tú la otra, pero entre las dos completamos el puzle de un universo abierto ante la atenta mirada de nuestros ojos. No busquemos vida en Marte cuando tenemos la vida a nuestros pies.  Y, si se investiga un mundo inteligente más allá, que el resto que no estamos en ese sector, nos preocupemos en dar respuestas equilibradas a los grandes problemas de la humanidad. Jamás pensé, nunca creí, imposible que yo... Pues sí, puede ser, podemos hacer, se consigue cambiar. Solo nos falta un poco de educación, unos gramos de compromiso, un pellizco de motivación y sazonar con risa y amabilidad. A fin de cuentas, jamás pensábamos que aquello que parecía imposible, se llegó a conseguir, solamente porque una persona en un instante, lo soñó.