Piden 12 años de prisión por una supuesta agresión sexual

M.E
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La víctima denuncia la penetración anal «rápida» de un amigo después de decirle que no y el acusado se declara inocente

Piden 12 años de prisión por una supuesta agresión sexual

El juicio por un presunto delito de agresión sexual que se habría cometido en agosto del año 2019 en un chalet de la localidad de Navaluenga tras una noche de fiesta de un grupo de amigos quedó visto para sentencia. La Audiencia Provincial acogió la sesión oral en la que se juzgó si el acusado, D.D.M., agredió sexualmente a una de sus amigas en la buhardilla de la casa de unos amigos a la que llegaron de madrugada y donde la denunciante asegura que la penetró analmente después de que él le preguntara si accedía a ello y ella le dijera «claramente que no». Él, sin embargo, negó los hechos y solo reconoció que se sacó el pene «para ver qué quería ella», al asegurar que la joven «se le insinuaba».

Tras el juicio, en el que además de los dos implicados declararon una docena de testigos (los amigos que estuvieron aquella noche y guardias civiles) y varios peritos, el ministerio fiscal elevó a definitiva la petición de 9 años de prisión para el acusado y la prohibición de aproximarse a menos de 300 metros de la víctima y de comunicarse con ella durante diez años por el delito de agresión sexual, además de una multa por un delito leve de lesiones y 10.000 euros en concepto de responsabilidad civil. La acusación particular también mantuvo su petición de pena, en este caso de 12 años de prisión, por el delito de agresión sexual, multa por el de lesiones y 12.000 euros. La defensa, por su parte, solicitó la libre absolución del acusado tras negar la autoría y la existencia de delito.

En sus conclusiones, el fiscal habló de una «prueba contundente» y aseguró que «pocas veces» se podía tener una «convicción tan clara de una culpabilidad». Para ello se basó en la declaración del acusado, a su juicio plagado de «continuas ambigüedades, titubeos y silencios» e incluso de «contradicciones», lo que «ponen en entredicho su veracidad», y también en el testimonio de la víctima, el cual «viene avalado por todas las reglas orientativas» y «por el sentido común», al ofrecer un «relato coherente y sin exageraciones». A todo esto añadió las declaraciones de los testigos, que «refutan la declaración del acusado de que allí no pasó nada», aseguró, así como el hecho de que «no exista un móvil falso» para la denuncia. «Pero hay más», aseguró, en referencia al informe de Criminalística que recogió que en las bragas de la joven había «restos biológicos» del acusado, en concreto de «un acrotipo parcial de cromosoma Y coincidente con un varón de su linaje», con lo que «todo lleva a un camino, la culpabilidad». Eso sí , señaló que, tal y como reconoció la víctima, la agresión sexual no fue algo continuado ni por medio de un acto violento, aunque «la violencia está en el volteo físico y su sujeción posterior antes de la penetración», «algo que tendrá que valorar la sala», dijo.  

La acusación particular hizo suyas estas conclusiones y también destacó que el testimonio de la denunciante era «sumamente creíble», con un «núcleo central claro y contundente» y sin «agrandar la agresión», frente a las «contradicciones» del acusado. Además, consideró de «ciencia-ficción» que se cuestione que el ADN pueda no ser del acusado y señaló el apoyo de los testigos, con lo que subrayó que «hay prueba de cargo más que suficiente para quebrar la presunción de inocencia».

La defensa, sin embargo, reconoció las contradicciones de su cliente, enmarcándolas en la situación de un joven que se enfrenta a doce años de prisión, y aseguró que coincidía con el fiscal en que «aquí no se ha probado nada, y quien tiene que tener la carga probatoria es el binomio acusador». En este sentido, y tras reprochar que cogieran de los testigos «lo que les interesa», aseguró que «13 personas contaron lo que sucedió y hay 13 fiestas distintas», mientras que «las únicas pruebas objetivas son dos moratones que no sabemos cómo se hicieron». Sobre el ADN, insistió en que «no es exclusivo de una persona, sino de un linaje» e incluso de «un grupo de población», y cuestionó que solo apareciera «en una de las tres partes de las bragas, en la parte delantera baja». La defensa también cuestionó la actuación de la Guardia Civil porque partió de la llamada de un agente que es cuñado de la víctima. 

 

 

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