Ceballos avisa de las amenazas a las Lagunas de El Oso

P.R.
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El director general de la Fundación Doñana y promotor de la recuperación de este espacio natural de Ávila, presentó en Ornitocyl su libro '50 años de naturaleza natural'

Ceballos avisa de las amenazas a las Lagunas de El Oso

Beltrán Ceballos, uno de los naturalistas más prestigiosos de España  ayer avisó en Ornitocyl  2020  que las lagunas de El Oso no están exentas de amenazas todos los años. De hecho, denunció que este verano se ha vuelto a drenar y a canalizar el agua. Según denunció, «El Oso es una joya que hay que seguir cuidando. Estoy muy orgulloso de como está el espacio, de los habitantes de El Oso. Pero es muy importante que no bajemos la guardia porque las amenazas sobre las lagunas se ciernen todos los años». Beltrán Ceballos, director gerente de la Fundación Doñana y  principal promotor de la recuperación de las Lagunas de El Oso y del proyecto del Vado de los Fresnos de Candeleda cerraba ayer el ciclo de conferencias Ornitocyl 2020, que durante el fin de semana se ha venido desarrollando de forma virtual, con la presentación de su libro ‘50 años de naturaleza natural’

La obra, según reconoció  el propio autor, es una autobiografía que se combina con muchas fotografías. «Desde la  Fundación Asisa, que es el editor, querían también fotografías de mi vida profesional y de los viajes que ha realizado por el mundo», señalaba el autor que reconocía que el mundo de la ornitología le lleva interesando desde que tiene uso de razón. «Con 10 años ya estaba enamorado de los pájaros», señala. En esta obra realiza una descripción somera de los 40 años que lleva como profesional. Sostiene además que recogen  esa descripción de los 11 años que vivió en Candeleda, «donde se me conocía como el de ‘los lobos’ porque vivía con una manada de lobos»”. También incidió en lo que considera otro hito importante como fue  la restauración de las lagunas de El Oso en el año 1994, que considera que es uno de sus trabajos más importantes como conservacionista.

Candeleda. Vivió en Candeleda desde el año 1984 hasta el año 1995. Comenzó trabajando en este lugar porque allí fijaron el cuartel general  para el rodaje de un programa de naturaleza para una televisión. Tenían unos de animales entre los que hacían una series de platós, entre ellos una manada de lobos que provenían de la Sierra de la Culebra. Recuerda que cuando terminaron los rodajes decidieron dedicar este espacio a la educación ambiental que llamaron ‘El Vado de los Fresnos’, que el año 1994 llegó a recibir 29.000 niños de centros escolares de Ávila, Toledo (Talavera de la Reina) y Cáceres, puesto que Candeleda se encuentra situada en un lugar estratégico en la encrucijada de tres provincias: Ávila, Toledo, Cáceres e incluso Madrid (San Martín de Valdeiglesias). Reconoce que fue una experiencia muy gratificante para él porque también su hija menor nació en Candeleda. «Mi hija pequeña es candeledana y además ella lo dice. Para mí Candeleda y toda esta parte del Valle del Tiétar en términos de biodiversidad es absolutamente único a nivel europeo. Hay que tenerlo muy en cuenta. Candeleda pasa de los 400 metros de altitud a los 2.554 que tiene el Almanzor. ¿Qué término municipal tiene eso en España’», se pregunta el naturalista.

En El Oso estuvo entre los años 1994 y 1995. «Es el final de mi época en Castilla y León», señala Ceballos, puesto que de ahí pasó a Andalucía, a Doñana, que es donde está. La montaña palentina es también otro punto de encuentro en su vida profesional y a la que cada año tiene que acudir.

Comenta que en año 1992 durante la ‘Expo 92’ de Sevilla habían hecho el trabajo de captación de Fondos para la Fundación Doñana, en la que le iban a nombrar director gerente. De hecho, habían estado captando fondos durante la exposición universal y «ante los problemas que tuvimos en los alrededores de Doñana para restaurar zonas por cuestiones administrativas,  para demostrar a nuestros donantes que éramos capaces de hacer cosas bonitas, decidimos hacer algo que lo llamábamos ‘En el camino a Doñana’». Reconoce que conocía las lagunas de El Oso por un abulense, Moncho Coronado, de Maello, director del Parque Nacional de Doñana, que le comentó que aquella era una zona en la que paraban antiguamente los ansares y las grullas y que aquello se había perdido porque La Moraña había sufrido unos procesos feroces de desecación en las décadas de los 50 y los 60. «Fue entonces, con un pedazo de naturalista que tenéis y que  nadie reconoce -algún días espero que seáis capaces de hablar de él-, que se llama César San Segundo, y que es uno de los mejores naturalistas de este país, especialista en cigüeña negra. Con César hice una serie de incursiones por La Moraña y un día paseando por allí vimos salir un chorro de agua impresionante y vimos que iba a un canal. Nos dimos cuenta que este agua antes iba a un antiguo labajo con cierto índice de salinidad. Pensamos que sería importante conseguir recanalizar el agua y dirigirlo para la conservación de la biodiversidad y no a unos prados, como ocurría. Pero teníamos un problema:  pertenecía a 13 o 14 propietarios. Conseguimos ponerles de acuerdo. El verdadero trabajo lo hizo Ambrosio Berlana, el alcalde de El Oso en ese momento. La naturaleza se hace con la gente del terreno. No lo hacemos nosotros con nuestros ordenadores desde las ciudades. La naturaleza se hace a pie de campo». Reconoce que no fue fácil convencer a los propietarios de los prados. «Indudablemente no es fácil tratar de decirle a nadie que cambie agricultura y ganadería por patos o por grullas. Al final teníamos ciertos fondos y podíamos llegar a unos acuerdos que económicamente eran generosos».

También elogió la implicación del anterior alcalde Felicísimo Gil Salcedo, que fue quien promovió la creación del Centro de Recepción de visitantes. «Desde luego le ha pegado un espaldarazo impresionante a un espacio natural único en Castilla y León», reconocía el naturalista.