José Guillermo Buenadicha Sánchez

De la rabia y de la idea

José Guillermo Buenadicha Sánchez


Tiempos para todo

07/10/2022

Me despedía de ustedes en junio, apreciados tres lectores, con el pesimismo enhebrado en mi teclear, la mente encapotada de negros nubarrones y oscuras polillas revoloteando mis entrañas, visto el panorama que se nos planteaba. Sigue el mundo tras el estío por los mismos derroteros, pero quizás me dejé llevar por una visión incompleta de la realidad. No hay como los clásicos —y el Eclesiastés, atribuido a Salomón, lo es, al margen de afinidades religiosas— para darse uno cuenta de que todo tiene su momento, y lo que pasa es que nos han tocado los menos agradables. Y ya que hay un tiempo para callar y otro para hablar, retomo esta plática semanal con ustedes.
Hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir, aunque todos creímos que este último no le llegaría nunca a la reina Isabel; le toca nacer al ya talludo bebé Carlos III. Hay un tiempo para la guerra y otro para la paz; tarda en volver el segundo, acostumbrados a él como estábamos en las democracias occidentales. Parece que el tiempo para amar esté postergado por el del odio, seguro —siempre fue así— que tras estos tiempos de muerte llegarán los de sanación. Mientras, habrá que lidiar con crisis, inflación y la escasez alimentaria; el conflicto ucraniano y la climatología trastocan el tiempo para plantar y cosechar. Atrás quedaron los tiempos de vino y rosas para desechar, toca ahora el tiempo de guardar ante la incertidumbre que nos acecha. Pero no quiero que todo sea sombrío: hay un tiempo para estar de luto y otro para saltar de gusto; hoy arrancan las fiestas locales con el pregón en el Chico, saltemos al ritmo de la música para olvidar nuestros males.
Dice el libro sagrado que hay un tiempo para rasgar y un tiempo para coser. El PSOE local parece anclado desde hace décadas en el primero. El tiempo de los abrazos nunca llegó, y para algunos históricos se ha abierto el de la despedida. En la acera opuesta andan a la busca de un cabeza de lista para las municipales; visto el entusiasmo de los nombres sondeados por la ejecutiva, parece que hubiera un tiempo para intentar, pero más aun uno para desistir.
Hablando de municipales, hay un tiempo para destruir y otro para construir, y me da a mí que las construcciones tienden a sincronizarse con las (pre)campañas electorales. Todo se materializará en los próximos meses, a veces tras años de espera: escaleras mecánicas, autobuses, radioterapia, ¡helipuerto!, reforma del Soto, Pradillo, bombeos, subestaciones eléctricas, el museo del Prado —o lo que quiera que sea—, carriles bici —¿para cuándo aparcabicis?—, piscinas, polideportivos... Una profusión de licitaciones y construcciones para que cada administración reclame méritos y, a ser posible, fotos. Y claro, tanto construir—sean asfaltados, entubados o enlosado del Grande botones de muestra— conlleva que se esparzan muchas piedras, pero como dice el Eclesiastés, también ha de haber tiempo para recogerlas.
Ahora bien, estimados lectores, si hay una lección estoica que extraigo de la famosa anáfora bíblica es que hay un tiempo para reír y otro para llorar. Y vista la trayectoria de nuestro equipo en Liga y en Champions, eso, se lo garantizo, lo sabemos muy pero que muy bien los seguidores del Barça.