Gonzalo M. González de Vega y Pomar

En mi azotea

Gonzalo M. González de Vega y Pomar


Enfermeras y enfermeros, ¡siempre gracias!

13/05/2021

Apoyándome en el dicho de que «todos los santos tienen su octava» quiero hoy –un día posterior a la celebración del Día Internacional de la Enfermería– escribir acerca de todos las mujeres y hombres que dedican su actividad a esta importante profesión y que, por la crísis sanitaria que llevamos padeciendo desde hace más de un año, su trabajo ha supuesto un antes y un después en la visibilidad social de este colectivo siempre dedicado a la atención y cuidados de los pacientes hospitalizados en cualquiera de los centros sanitarios españoles, trabajando de manera exquisita para proteger y mantener la salud y el bienestar de los enfermos ingresados.
Tuvieron demasiados problemas de todo tipo con la llegada del Coronavirus. No solo por ese bicho desconocido que atacaba y contagiaba su daño rápidamente con catastróficos resultados en todo el mundo. En España, hasta ahora, ha acabado con la vida de mas de cien mil  personas y obligado a otras cientos de miles a saturar plantas y Unidades de Cuidados Intensivos, donde el esfuerzo de enfermeras y enfermeros, junto a la también inestimable labor de los médicos, por atenderlas y lograr su «alta» ha sido ímprobo aunque con unos resultados que ni esos colectivos ni cualquier persona esperábamos y tampoco deseábamos. 
Su esfuerzo y dedicación por sacar adelante a los pacientes que atendían  ha costado la vida a bastantes enfermeras y enfermeros, también a médicos y otro personal sanitario, contagiados mientras se volcaban con y para los demás aún a sabiendas podrían ser ellos víctimas de la pandemia.  La situación ha mejorado mucho sobre todo gracias al trabajo de químicos, biólogos, virólogos, epidemiológos en distintos laboratorios, que han conseguido en pocos meses dar con diferentes vacunas para protegernos del Covid19, que ya se está inoculando a la ciudadanía. También por los seis meses del «estado de alarma» que impedía las habituales relaciones sociales y, por ello, como se ha comprobado, hubiera menor peligro de contagios. Una etapa que, desoyendo las peticiones de algunas comunidades autónomas, no se va a prolongar porque, según Pedro Sánchez, «ese ya es el pasado y a donde hemos de mirar es al futuro, la vacunación, vacunación, vacunación. Estamos a 97 días de la inmunidad de grupo y por tanto lograr ese setenta por ciento de la población vacunada».
A pesar que debamos mirar al futuro siguen produciéndose fallecimientos e ingresando personas de todas las edades en los hospitales. En ellos enfermeras y enfermeros, como profesionales del cuidado, han sido y son el recurso humano desinteresado e imprescindible, que trabaja en la primera linea de batalla para frenar la pandemia. Lo han hecho desde el principio sin contar con los recursos materiales y de protección personal necesarios, doblando turnos de trabajo, exponiendo su salud y sacrificando la vida familiar por dedicarse de lleno a los enfermos. En la actualidad cuentan ya con esa indispensable protección. En numerosas ocasiones, además, enfermeras y enfermeros se han convertido en el único soporte afectivo de miles de pacientes, que se encontraban aislados y alejados de sus familias. Han estado a su lado en los últimos momentos acariciándoles la mano, dándoles ese beso que los más allegados no podían y derramando lagrimas de tristeza, porque aún cuando hicieron lo imposible, su enfermo fallecía.
El trabajo de todo el colectivo de Enfermería ha estado reconocido por los ciudadanos. En la primera ola expresados en esos diarios aplausos a las ocho de la tarde desde ventanas y balcones de todos los rincones de España, que, como muchas veces manifestaron, les daba ánimos y fuerzas para seguir adelante y echar el resto por los pacientes que cuidaban. Luego valorando bastante más su labor al comprobar que esta pandemia ha pasado factura a la salud física, psicológica y emocional de enfermeros y enfermeras, pero no a sus ansias de echar el resto por salvar vidas aunque las administraciones les tienen abandonados pues no han avanzado en su compromiso continuo -queda como siempre en palabras- de mejorar las condiciones laborales y profesionales de este colectivo. A la vez que se deben poner en marcha los recursos y medios por terminar con esta situación no deben olvidar las distintas consejerías de Sanidad que la atención al enfermo, desde los primeros síntomas de su mal, ha de ser como mínimo igual que antes de llegar el Coronavirus y no como en la actualidad, a través del teléfono.
Un colectivo el de Enfermería, que, aun sin lograr esas promesas que vienen de lejos, continua al pie del cañón atendiendo con exquisita profesionalidad a los pacientes, quienes sienten todo su cariño, amabilidad, compañía, amor y sensibilidad. Importante apoyo emocional que refuerza al enfermo a superar cualquier enfermedad. 
Seguid así, vuestra gran labor hace posible que miles y miles de vidas se salven y miles y miles de pacientes sanen más rápido. 
Enfermeras y enfermeros, ¡siempre gracias!