Vivir en una cárcel sin barrotes

Alba Iruela (EFE)
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Un total de 4.849.900 personas han estado solas en España durante 2020, de las que un 43,6 por ciento son mayores de 65 años y, de estas, un 70,9 por ciento son del colectivo femenino

El empobrecimiento de la calidad de las relaciones sociales es una de la causas de estar sin compañía en la tercera edad. - Foto: Brais Lorenzo

María Jesús, un ejemplo de las casi cinco millones de personas que viven solas en España, lleva 17 meses sin salir a la calle y a sus 85 años confiesa que «vivir sola es como estar en una cárcel».

Hace 11 años que vive sola en su casa de Sevilla y explica cómo sus dolores y la imposibilidad de subir y bajar escaleras hacen que sea todo un reto salir de casa.

«Siempre he sido muy activa, he hecho gimnasia, talleres, voluntariados... El no poder hacer ahora nada lo noto muchísimo», explica.

Para ayudarla con tareas rutinarias, María Jesús cuenta con el apoyo de su hijo -que va a verla todos los días y le prepara la comida-, la ONG Médicos del Mundo, que le hace la compra, la llama por teléfono y la acompaña al hospital y, además, con una voluntaria de Cáritas que va a limpiar su casa tres días a la semana.

«El apoyo de mi hijo y de las organizaciones es muy bueno. Además, tengo un nieto y una nieta que también vienen a verme», señala.

En 2020, un total de 4.849.900 personas han vivido solas en España, de las que un 43,6 por ciento eran mayores de 65 años y de estas un 70,9 por ciento son mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

«No hemos terminado de creernos que la soledad mata, pero lo cierto es que lo hace más que el tabaquismo», subraya el director científico del programa de mayores de la Fundación La Caixa, el gerontólogo José Javier Yanguas.

Existen muchos tipos de soledad provocados por diferentes motivos, pero todos se miden como si fueran el mismo y pudieran solucionarse de la misma manera, advierte este experto. Yanguas cree que uno de los factores que favorecen la soledad es el empobrecimiento en la calidad de nuestras relaciones sociales y la falta de compromiso con los demás, porque «la soledad tiene que ver también con la ética de las sociedades».

«Necesitamos no solo hacer, sino ser. La vida activa tiene que estar relacionada con el cuidado de uno mismo y con hidratar no solo nuestra piel, sino también el alma», apunta.

Desde hace 26 años la Fundación Nadiesolo es una de las entidades que luchan en España contra la soledad no deseada a través de programas de voluntarios que asisten personas mayores, entre otros colectivos. «Hemos podido volver a las residencias hace quince días y, aunque el aislamiento social ha afectado a muchos, tanto los voluntarios como las personas mayores están ilusionadas de volver a verse las caras», explican.