Francisco I. Pérez de Pablo

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Francisco I. Pérez de Pablo


El Papa en Ávila

13/04/2021

No se hagan muchas ilusiones. El Papa, el actual, por el momento no tiene previsto venir a Ávila a pesar de la pasada peregrinación  navideña –chocante– en la que los dirigentes locales le expresaron su voluntad y deseo de que pise tierra abulense, la cual pisó en la historia de la cristiandad un único Papa en el año 1982, cuando tan solo llevaba cuatro años de pontificado. 
El actual Vicario de Cristo y Obispo de Roma sí tenía agendado una visita a Ávila en el primer año jubilar de Santa Teresa, pero ciertas imprudencias políticas, un clima gubernamental-eclesiástico poco favorecedor y algunas otras cosas impidieron una visita que supondría un impulso para Ávila, como lo supuso hace casi cuarenta años que las sandalias del Pescador pisaran la misma tierra en que la Santa se sacudió el polvo de sus alpargatas. 
Esa efeméride es la que se ha pretendido  conmemorar con la iniciativa del Obispado de Ávila de dedicar un busto exterior a Juan Pablo II, que ayer fue descubierto en la explanada de la Iglesia –Casa Natal– de la Santa, con motivo de la celebración del Congreso Internacional ‘Teresa de Jesús, mujer excepcional’. A dicho emplazamiento ha contribuido sin duda la escultura en bronce –instalada en 2016– de la Santa andariega sentada sobre un banco de granito, que ha convertido a la mística en una imagen cercana. 
Ávila es cristiana (puede que los moros quieran reconquistarla en próximas fechas, pero eso se lo contaré otro día), y por esa circunstancia no debe avergonzarse, ni ocultar en sus calles esa idiosincrasia, de la que además de esa característica depende en gran medida la economía local, aunque esto no se recoja en los presupuestos públicos. Hace unos días la aparente desaparición de la Cruz de Madera que preside la calle más emblemática de Ávila –Cruz Vieja o de la Vida y la Muerte–, dio lugar a ciertas dudas y temores sobre su «desaparición», que solo fue momentánea para su restauración. 
Volviendo a aquel año 1982 en que el Papa Wojtyla aterrizaba en lo que hoy –casualmente– es la Universidad Católica de Ávila, la ciudad había despertado muy temprana, las calles estaban vacías y las viviendas desalojadas pues los abulenses habían salido hacia la espadaña del Carmen. Quien escribe, al amanecer de ese día estaba como voluntario en la zona asignada para dirigir y ayudar a quienes acudirían a la misa que tendría lugar en la explanada del lienzo norte de la muralla.
En el lugar que hoy ocupa el Palacio de Congresos se encontraban las instalaciones del mercado de ganado y hasta allí se concentraban los asistentes. De estar allí, de repente, con mi acreditación y por indicación superior, aparecí al lado de uno de los cubos de la muralla, el que servía como refugio las tiendas de campaña de retransmisión del ejército (Regimiento de El Pardo), desde donde divisaba toda la ladera, el altar y nítidamente a todas las personalidades que ese día acudieron a Ávila a lo que fue la primera gran misa en España de un Papa y nada menos que recién estrenado el primer gobierno socialista de la democracia. Estuvieron todos, nadie quiso perderse un acontecimiento que para un chico que aún no había llegado a la mayoría de edad supuso un orgullo habiendo nacido aquí. Ávila acogió a un millón de personas ese día y para ser un 2 de noviembre sobraban jersey y trencas, pues el sol salió. Nada recuerda en ese lugar la legendaria visita de un primer Papa, hoy Santo.