La romería de Chilla volvió a justificar con creces su declaración de Interés Turístico Nacional desde el año 1980. Y es que tras dos años de espera en los que esta celebración centenaria no se pudo desarrollar por la pandemia, este domingo el santuario situado a unos siete kilómetros de Candeleda volvió a recuperar la normalidad con una participación multitudinaria no solo de los candeledanos sino también de vecinos de otros pueblos de las cercanas provincias de Cáceres y Toledo en los que existe gran devoción por esta imagen mariana. No en vano, Nuestra Señora de Chilla es patrona también de los municipios toledanos de Mejorada y Calera, pueblo este último en el que, se cuenta, nació Finardo, el pastor al que, en este lugar, se le apareció la Virgen para obrar el milagro de resucitar a una de sus cabras.

Desde primera hora de la mañana, a pie, en coche y también a caballo, comenzaron a llegar los romeros al Santuario de Chilla, muchos de ellos con la intención de acceder al templo y saludar a la Virgen antes del inicio de la eucaristía que como es tradición tiene lugar al aire libre.

Algunos minutos antes de las 12,00 horas, acompañada de muchos devotos y portada por miembros de su Cofradía de Caballeros, la imagen de Nuestra Señora de Chilla se encaminó desde el santuario en dirección al lugar donde se encuentra la conocida como Piedra de las Apariciones. Un espacio que cada segundo domingo de septiembre, y también siete días después, en la conocida como Fiesta de la Vela, se convierte en improvisado altar durante la misa con la que candeledanos y vecinos de otras localidades cercanas celebran esta festividad, entre ellos una amplia representación de cargos públicos, con la Corporación municipal con su alcalde, Carlos Montesino, al frente; el presidente de la Diputación, Carlos García; el senador Jesús Caro y el diputado provincial Raúl Blanco.

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