José Guillermo Buenadicha Sánchez

De la rabia y de la idea

José Guillermo Buenadicha Sánchez


Abril «bromoso»

01/04/2022

Solo en un puñado de países son las inocentadas el 28 de diciembre: España —no en todos los sitios— Filipinas y algunos de Hispanoamérica. Las culturas islámicas o asiáticas —Japón al margen— no las practican. En los demás lugares, ajenos al antiguo esplendor del imperio hispano, el día elegido para gastar bromas al personal es hoy, uno de abril, el «April's Fool»; en Francia e Italia el día es conocido como el «Pescado de abril». El origen o razón de por qué esta fecha es uno de esos entretenidos misterios que cuenta con múltiples posibles respuestas; pudiera estar ligada a que el nuevo año empezaba antaño en el periodo tras el equinoccio de primavera, siendo hoy el final de sus festividades.
Diciembre o abril, la dinámica es la misma: engañar a pánfilos y desprevenidos con informaciones o noticias que muestren por un lado la creatividad de los que las pergeñan y por otro la cortedad de los que reciben la chanza. Es cierto que también se busca la sonrisa cómplice, pero si no se consigue confundir a algunos, si es tan burda la cosa que todos la detectan como falsa, no cumple el objetivo. Además, ha de ser broma, no burla, es decir, no entrar en terrenos ofensivos ni personales, que entonces se abren melones peligrosos que pueden desembocar en el histórico «Sopapo», así, con mayúsculas, sin necesidad alguna de mencionar ya que es el de Will Smith en los Oscar.
Es día de inocentadas. Allá por diciembre Fernández Mañueco pergeñó una convocando elecciones autonómicas, a estas alturas a saber si todo el pescado de abril andará vendido, me da que anda preguntándose si el inocente no será él, burlador burlado que se mira la espalda buscando —perdón el chiste malo— el «muñuecote». Nuñez Feijóo —luego hablamos de machismo español, pero hay políticos en los que predomina el apellido materno— debe de andar también algo mosca en Sevilla, por mucho que el congreso que hoy comienza tenga visos de eclipsar los resultados de aquellos otros búlgaros que crearon escuela en tiempos de la guerra fría; analizará cada rostro y cada rincón en pos de la novatada esperándole, sobre todo entre el sector madrileño de la sala. Los camioneros nos han tenido varias semanas dudando si lo suyo era guasa, necesidad o perversión. E incluso el gobierno, su plan de ayudas a la situación de guerra en Ucrania y sus famosos veinte céntimos —quién sabe si absorbidos en el acto por subidas en las gasolineras, como cabe esperar— pudieran ser otra bufonada más de hoy.
Las bromas e inocentadas se basan en una premisa: la credulidad. Se nos educa y conmina desde niños a creer en lo religioso, en lo científico, en los postulados cívicos más fundamentales, en los mensajes e interpretaciones recibidas de la autoridad. Pero eso es lo que se convierte en nuestro talón de Aquiles, nos hace olvidar la necesaria duda. Y es entonces cuando somos pasto no solo de inocentes inocentadas, de bromas sin mayor trascendencia, sino de interesadas manipulaciones, de campañas desinformativas o de noticias falsas que no persiguen colgarnos un muñeco de papel en la espalda, sino utilizarnos. Y me da que ahí no valen solo los veintiocho de diciembre ni los primeros de abril, todo el año es bueno para la broma.