«Berlioz podía vivir el tormento de los artistas románticos"

D. Casillas
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José Luis López-Antón se acercó en el ciclo 'Contando la música' al compositor francés y a su célebre 'Sinfonía Fantástica'

«Berlioz podía vivir el tormento de los artistas románticos" - Foto: Isabel García

El ciclo de conferencias 'Contando la música', con el cual José Luis López-Antón, director de la Orquesta Sinfónica de Ávila, está acercando a la sociedad abulense el conocimiento de grandes compositores y de sus obras más relevantes para que a través de esa información pueda también disfrutar más y mejor el arte que destilan, hizo parada en el francés Louis Hector Berlioz y su célebre Sinfonía Fantástica.

Se llegaba a Berlioz «siguiendo ese ánimo del ciclo de seguir un orden cronológico que es también una línea de evolución estilística y que en este caso nos lleva hasta el poema sinfónico, con una obra autobiográfica» en la que desarrolla las emociones que le generó un fuerte desamor.

Esta Sinfonía Fantástica, apuntó López-Antón, «está llena de connotaciones personales que son maravillosas para ir descubriendo, y que es bueno conocer porque de lo contrario te pueden pasar desapercibidas, ya que en ella narra el compositor un episodio triste de su vida, y Berlioz, como buen artista romántico del siglo XIX que era, podía vivir con ese tormento que es un poco inherente a los creadores de esa época». 

Para convertir esa tristeza en música, el compositor francés desarrolla una obra que «desde luego que no es la mejor de las perspectivas para disfrutar de la vida» pero que responde a esa peculiaridad de «los autores románticos, que solían transitar por otros tipos de estado de ánimo mucho más oscuros».

En cualquier caso, defendió, la Sinfonía Fantástica «es una magnífica obra para disfrutarla, con interesantes novedades, porque es una obra compuesta en cinco movimientos que rompe un poco el esquema tradicional de los cuatro movimientos habitual hasta entonces, y es una obra maravillosa que en instrumentación incluye cosas atípicas».

La obra, añadió, es «una sinfonía que es una maravilla, con momentos que deslumbran por su efectividad, otros que son más introspectivos y otros en ese carácter autobiográfico y menos alegre, creando en conjunto un contraste que funciona a la perfección en lo que se refiere al discurso musical».  Por todos esos valores «cualquier momento es bueno para escucharla, aunque quizás por sus connotaciones, en parecida línea a lo que ocurre con la Patética de Tchaikovsky o el Requiem de Mozart, quizás no es lo más recomendable para cuando uno esté de bajón».