José Guillermo Buenadicha Sánchez

De la rabia y de la idea

José Guillermo Buenadicha Sánchez


La cigüeña verás...

03/02/2023

–¡He dicho que no! ¡Me niego a ir!
—No se sulfure, señora Blasa, si es lo mismo que hace todos los años por estas fechas.
—¿Y qué? ¿Tengo cara de mona de feria, siempre haciendo lo mismo? ¿Con este pico y este plumaje?
—No, no, claro que no es usted una mona. Es una cigüeña y, ya sabe, acabando enero inicia su vuelo al norte… Se lo ruego, he venido desde Ávila a pedírselo en persona.
—Ni lo sueñe. Me quedo en África.
—¿Cuál es el problema? Son unos días, conoce el camino.
—No lo entiende: me he hecho ecologista.
—¡Pero una cigüeña es ecológica por definición! ¿Cómo que se ha hecho ecologista?
—¿No ve la televisión? ¿No lee la prensa? ¿No sigue las redes sociales? ¿No es consciente de que a cuenta de tanto volar nos estamos cargando el planeta? Estuve oyendo unas declaraciones de esa chavala sueca, Greta Nosequé, ¡cuánta razón tiene!
—¿No es a la que detuvo hace poco tan educadamente la policía alemana?
—La detienen porque remueve conciencias.
—Pero ¡qué tendrá que ver una cosa con la otra! Además, no veo el problema por volar. Usted no tiene motor, no consume queroseno. Es un pájaro, los pájaros vuelan.
— Volar es volar. Si nadie volase, otro gallo —un ave que no vuela, como debe de ser— cantaría. Como si las emisiones de CO2 supiesen de género animal. ¿Sabe qué? Me declaro transpájaro. Una ciconiiforme no binaria de taxonomía fluida.
—¿Perdón?
—Que me niego a ser cigüeña: a partir de hoy seré un armadillo.
—A ver, centrémonos y no me maree, que soy el alcalde y el que marea soy yo. Usted es la famosa cigüeña Blasa, su marido la está esperando en Ávila en el nido del campanario de las Gordillas. Hay gente que mira por la ventana cada día esperando su vuelta, ¡hasta sale en las redes sociales! Vamos a usarla como símbolo de la ciudad. Para nosotros es más valiosa que Rosa.
—¿Mi marido? Un truhan que no ha dado un palo en su vida. Ni lo ha dado ni lo ha traído, tenía que ir yo a por ellos para arreglar el nido. ¡Y qué nido! Una vergüenza, no cumple con la normativa de eficiencia energética, ¡con el frío que hace allí! Yo decía que teníamos que poner placas solares, pero a él lo que le gusta es el barro y las ramas.
—¿Y no van a tener un cigoñino, como cada año?
—Traer niños a este mundo es una inconsciencia cuando no hay recursos para todos.
—A ver, recursos hay. Gracias a nuestra buena gestión ha llovido mucho en Ávila estos días; están los charcos y los marjales del Soto llenos de ranas.
—¡Qué asco! ¿No le he dicho que me he hecho ecologista? Pues vegana también. No pienso comer criaturas vivas.
—¿Pero no ve que hoy es San Blas? Haga caso al refranero, al ecologismo o al abulensismo, pero venga, por favor.
—Qué pesadito es usted, la verdad. Bueno, pero nada de volar. Iré en tren, que deja menos huella de carbono.
—¿En tren? ¿Está loca? No sabe lo que dice. Saliendo hoy, como pronto llega para las fiestas de verano. Si encima toca transbordo en el Escorial, olvídese. Y están todos completos a cuenta del bono del gobierno. Nada, nada, déjelo, hablaré con la teniente de alcalde, preparamos un videomapping, que gustan mucho. Hasta luego.

¡Cigüeñas ecologistas! En fin, parece que toca un año de nieves, diré que vayan preparando el CECOP, que hay elecciones y ya se sabe…