Sostiene Pereira que el Paseo del Rastro le recuerda a las solanas de la niñez en su pueblo. Por eso, sube con frecuencia hasta allí, sobre todo cuando las mañanas frías y transparentes del invierno traen un sol tibio. Pocos parajes tan agradecidos como éste. Allí pasea al abrigo de la muralla y al calor de las conversaciones de los paseantes asiduos. Por las mañanas, predominan los jubilados con años a la espalda y sabia  experiencia. Hace ya varios años que conoció al señor  K. Desde entonces, siempre que coinciden en sus paseos en los primeros meses del año,  echan una larga parrafada sobre las pensiones y la carta que reciben de la S. Social. Es uno de los muchos abulenses con pensión mínima ya que por estas tierras áridas, pobres y conservadoras desde siempre, los salarios son de los más bajos de España y originan pensiones del mismo cariz. 
Este año le encontró más contento y animado que años atrás. El ministro le había comunicado que su pensión había subido un 8,5%, una décima mas que la inflación media del pasado año. Casi no se lo creía, acostumbrado como estaba a subidas raquíticas cuando los años de la austeridad decretada por los gobiernos del PP. La austeridad muerde más a quien menos ropa tiene y el apretarse el cinturón hasta quedarse sin agujeros, siempre se nota mucho más entre los que  "gandan a real y media manta"h. Animado también Pereira al ver a su contertulio más esperanzado para enfilar el año, bajó las escaleras hacia su casa y comenzó a investigar a cuántos abulenses afectaba la buena nueva y su repercusión en la economía general. Al fin y al cabo, una subida en cada pensión individual significa una mejora en su calidad de vida y en la economía provincial pues aumentará el consumo interno y, por tanto, la producción y los puestos de trabajo en industria y en servicios. Además de más ayuda a la familia. ¡Cuántas pensiones están ayudando a nietos e hijos en dificultades!
En Ávila, al ser una sociedad envejecida, las mejoras de las pensiones significa una inyección enorme. Baste saber que los pensionistas representan un cuarto de la población (38.994) y que las pensiones más humildes, las no contributivas, las de Ingreso Mínimo Vital, las de viudedad y las de invalidez, han subido un 15%. Este  principio de justicia distributiva, subir más a las más bajas, se debía aplicar también a las pensiones contributivas para ir disminuyendo las desigualdades. 
Si a esta mejora de las pensiones, se añade la subida nunca vista del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) acordado entre los sindicatos UGT, CCOO y el Gobierno, es para empezar el año con ilusión. A pesar de la guerra, de la crispación,  de los negacionistas y de los agoreros. Con el Gobierno actual, con pandemia y todo, este salario que beneficia a los trabajadores más humildes y sobre todo a las trabajadoras y a los jóvenes porque tienen empleos peores, ha pasado de los 735 euros del año 2018 a  los 1.080 euros de este año. Los empresarios tendrán que explicar por qué no son capaces de repartir los beneficios que, como los bancos, las energéticas y otras, han doblado  con la crisis mientras sus trabajadores han ido perdiendo poder adquisitivo.