Ávila ya tiene un 'Paseo de la Felicidad'

M.M.G.
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Un movimiento espontáneo y anónimo ha convertido un pequeño rincón del paseo de San Roque en un espacio dedicado al optimismo y pensado para ser «un refugio de la esperanza»

Ávila ya tiene un 'Paseo de la Felicidad'

Caminar por el paseo del Rastro. Perderse al atardecer en la calle de la Cruz Vieja. Descansar en la plaza de La Santa junto a la imagen de nuestra abulense más internacional... Son muchos los rincones evocadores y mágicos que tenemos el privilegio de poder disfrutar en nuestra ciudad. Lugares, además, cuyos nombres ya nos dicen mucho de su historia o de las sensaciones que podremos sentir en ellos. 

Pues bien, a esa larga lista de pequeños tesoros del caminante debemos añadir ahora otro. Para ser justos, deberíamos aclarar en primer lugar que ese nuevo espacio ya estaba incluido en la lista. Porque el primer tramo del paseo de San Roque, el que discurre entre las sombras del parque cercano, ya es para muchos abulenses un lugar muy especial.

Lo que ocurre es que ahora algunos vecinos han decidido ‘cambiarle’ el nombre. No se preocupen. En las placas oficiales y en las cartas que envíen a esa dirección no deberán realizar modificación alguna. Es sólo que un movimiento anónimo y silencioso ha decidido bautizar este tramo de la calle como el ‘Paseo de la Felicidad’, convirtiéndolo así en un espacio pensado para la sonrisa y las buenas vibraciones.

Comenzó con una pequeña piedra de colores colocada sobre el muro que rodea el jardín. Una piedra y una invitación: deja la tuya y no toques las que hayan dejado los demás (por eso de cumplir con los protocolos de seguridad).

Y a esa primera piedra se fueron sumando otras. Todas ellas coloridas, recordando (salvando las distancias, claro está) a la obra de Ibarrola que tenemos en Garoza, muy cerquita de la capital.

Cada una de esas piedras encierra un deseo, una esperanza, un sueño. Y todas ellas (al igual que las piñas que se han añadido a la colección) llenan de color este pedacito de calle.

piedras... y un poema. Días después de la aparición de esas primeras piedras, este particular museo al aire libre se vio enriquecido con una poesía. También anónima. Dice así: 

Viajaban la luz y la palabra/ por el espacio y el tiempo; volaban, volaban, volaban.../ buscando un lugar donde posarse/ que tuviera un halo felicidad./ Y hallaron, en la esquina de una Galaxia,/ un aire saturado de primavera,/ donde la hierba susurraba/ hirviente de saltamontes,/ y un jardín impregnado de domingo. / Ya sólo faltó que amaneciese/ para que el azul se convirtiera/ en la frescura  pura/ y así posarse suavemente/ en este ‘Paseo de la Felicidad’/ ¡Consumieron su último comodín/ y consiguieron su total liberación!/ Ese día nació un paseo para perdurar,/ proteger y ser refugio de la esperanza/ de los hombres audaces y libres,/ esos que llenan sus copas/ de alegría y optimismo.