Tres paradas en Ávila en la ruta del chocolate en Castilla

D.C
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Benjamín Redondo publica un libro en el que recorre los lugares de esta región en los que a lo largo de la historia se ha fabricado ese dulce

Tres paradas en Ávila en la ruta del chocolate en Castilla

Benjamín Redondo Marugán, gestor cultural de la localidad segoviana de Nava de la Asunción que ha escrito varios trabajos de investigación dedicados a su tierra y que actualmente está inmerso en el estudio La riqueza del Patrimonio Industrial Cerealístico de Castilla y León. Silos y graneros, molinos y fábricas de harinas, acaba de publicar un libro en el que hace una ruta por la fabricación del chocolate en Castilla y León a lo largo de la Historia, un itinerario gastronómico y al mismo tiempo cultural en el que destacan tres importantes paradas en nuestra provincia: en la capital, en Mingorría y en El Barco de Ávila.

Esta ruta abulense por el chocolate de Castilla y León, en la que su autor intenta resumir «la historia de las empresas fabricantes de chocolate y maestros y maestras chocolateras que nos dieron y nos dan de comer y beber la bebida de los dioses, el llamado oro negro, la merienda nacional», la inicia Benjamín Redondo en Mingorría, donde el segoviano Antonio Marugán fundó la fábrica Chocolates Marugán en 1832.

Cuenta el autor del libro que esa fábrica, que llegó a tener diez trabajadores, «empezó vendiendo el chocolate por los pueblos con un burro; también lo transportaba en un carro hasta la estación de tren en Ávila, y desde allí lo distribuía por toda España». 

La antigua fábrica de chocolate Marugán, que funcionó hasta el año 1970, estaba situada en un extremo de la plaza del pueblo, en una gran casona. «En el museo creado para ese fin se puede ver un antiguo molino de piedra que era movido por una o dos mulas (en 1925 se instaló un motor de gasolina, que fue sustituido más tarde por maquinaria eléctrica) y también se puede conocer cómo se fabricaba el chocolate a la taza y descubrir cómo realizaban los trabajos hace más de 150 años".

También se conserva en las instalaciones, añade, el coche-furgoneta comprado en 1934 para repartir, vehículo que era originalmente de color rojo pero que fue incautado en 1936 por los falangistas y pintado de azul. 

El edificio que ocupó la fábrica fue declarado 'Bien de Interés Patrimonial de CyL', y una nieta del fundador, María Dolores, se encargó durante un tiempo de realizar visitas a las instalaciones, convertidas ya en un museo.

en la capital. En la capital, sigue explicando Benjamín Redondo, «la familia González Novo fundó la fábrica de Chocolates Coty en 1890, que se mantuvo en activo durante 70 años. En el año 1961 fue adquirida por Cayo y Máximo Herranz de Pedro, tras dejar Migueláñez, en Segovia, y crear en León las marcas Mimí y Yoca, que años más tarde se hicieron populares con la publicidad de un programa de radio, Ávila Cotito Coty, donde se repartían boletos en los envoltorios de las tabletas para la ganar 'la muñeca Coty'». 

Un paso muy importante de los hermanos Herranz de Pedro, apunta el autor del estudio, «lo dieron en 1985 al negociar con José Nogueroles, de Gandía, dando lugar a la compra de la marca Nogueroles, pasando a fabricar y vender a nivel nacional el famoso chocolate Kitín, lanzado junto con chocolates y Cafés Coty».

Como muchos otros chocolateros, «paralelamente llevaban el negocio del café y en este caso la rama Cafés Coty decidió desprenderse de la bebida en 2009 y fue vendida a los asturianos Cafés Toscaf S.A. como se puede apreciar en los paquetes del mercado hoy en día. La fábrica de Chocolates Coty, en Ávila, se mantuvo por las nuevas generaciones con José y Ángel hasta 2017. A día de hoy la marca puede comprarse en los establecimientos al haberse vendido a pequeños fabricantes». 

También en la capital tomó asiento la empresa Chocolates Elgorriaga, fruto de la actividad de Josefa, viuda de Francisco Elgorriaga, que abrió una fábrica en 1890 en Mendíbil (Guipúzcoa) «poniendo en la elaboración del chocolate todos los medios tecnológicos conocidos hasta la fecha. Elgorriaga comienza a ofrecer diversos productos basados en el chocolate, y en los años cincuenta lanza el popular Chocolate La Campana, marca estrella de la empresa. Después del fallecimiento de José Miguel Elgorriaga, en 1981, la empresa sufre todo tipo de problemas hasta que en el año 2005 se vende al Grupo Dhul, manteniendo la marca Elgorriaga».

Chocolates Elgorriaga S.A. pasó a ser propiedad en 2005 del Grupo Nueva Rumasa, pero se declaró el 6 de mayo de 2011 en concurso de acreedores. En marzo de 2012, el grupo alimentario vasco Urbasa Global Brands S.A. absorbe los activos industriales de la compañía e inicia una nueva etapa.

Actualmente, apunta el autor del libro, Chocolates Elgorriaga centra su actividad en la producción, comercialización y distribución de galletas y chocolates de alta calidad, con una capacidad de producción de 47.000 kilos al día. Este grupo, con una facturación que ronda los 27 millones de euros, da empleo a más de 100 personas, cuenta con una red comercial compuesta por más de 400 clientes mayoristas y está presente en más de 5.000 locales de hostelería.

el barco de ávila. En El Barco de Ávila, cierra el libro su ruta por la provincia, «funciona la empresa Gredos Alimentaria, firma chocolatera de  origen y tradición familiar que comenzó su actividad hace más de 100 años en la cercana localidad de Navatejares. En sus comienzos, por el año 1905, no solamente hacían chocolate sino también otros tipos de dulces», como almendras garrapiñadas o caramelos. 

Laureano, el fundador, decidió centrar su producción en el chocolate y el café, consiguiendo construir una pequeña fábrica diseñada por él mismo, donde por fin pudo fabricar una cantidad mayor de chocolate. Primero se comercializó bajo su propio nombre, Chocolates Laureano García García, y a partir de 1955 con la marca El canario, que aún se sigue fabricando y comercializando. En 1988, por razones de crecimiento y mejora de sus infraestructuras, la fábrica se trasladó a El Barco de Ávila, ubicación actual de la empresa. 

En 2006 crea la marca El Barco Delice, cuyo bote de cacao desgrasado en polvo (cacao 100%) sin gluten es hoy en día un producto de referencia nacional que se distribuye por todo el país junto con otros destacados dulces. 

El libro, titulado El chocolate de Castilla y León. De ayer a hoy, consta de 112 páginas y 250 imágenes y se puede leer o descargar gratuitamente en el enlace https://archivos.funjdiaz.net/digitales/redondomarugan/brm2022-Ruta-por-el-chocolate.pdf. Editado por la Fundación Joaquín Díaz, de Urueña, la Villa del Libro, es «un homenaje a chocolateras y chocolateros que tanto nos han mitigado las penas en este confinamiento».