Vicente García

El buitre de colores

Vicente García


Menos plásticos y fuera las sustancias tóxicas en ellos

21/04/2022

La guerra en Ucrania está afectando seriamente a la recuperación económica y poniendo en graves aprietos la estabilidad mundial, aunque existen algunas excepciones en empresas que ven con esto una oportunidad de negocio redondo, como los fabricantes de armamento y tecnologías de ataque y defensa que se están poniendo las botas una vez más a costa de muertes ajenas. A veces me pregunto si los miles de millones gastados en material bélico sirven realmente para algo más que para originar cadáveres y tristeza y aumentar más la tensión. Pero esto siempre ha formado parte del lado oscuro del ser humano donde la ética brilla por su ausencia o queda escondida bajo un buen fajo de billetes.

La escalada armamentística mundial está llegando a límites insospechados. Por si no fuera suficiente el arsenal nuclear existente entre unos y otros podría destruir por completo nuestro mundo varias veces. Ahora además se prueban misiles hipersónicos teóricamente indetectables capaces de llevar este regalo radiactivo a miles de kilómetros de distancia, e incluso se está preparando la guerra espacial con naves capaces de destruir desde ahí arriba satélites espías, naves enemigas o impactar certeramente sobre algún punto de la Tierra. Y el desarrollo de vehículos no tripulados y de control remoto con drones que ya son capaces de escoltar a los aviones de combate y actuar casi con total autonomía gracias a su inteligencia artificial aumenta el miedo y la incertidumbre.

El futuro más gore de las películas de ciencia ficción cada vez está más cerca, y lo peor de todo es que la población en general no puede hacer prácticamente nada por impedir semejante escándalo y barbarie, salvo vivir en la ignorancia supina para no sufrir, o estar angustiado de forma constante pensando en que hay unos cuantos descerebrados con acceso directo al terrible botón rojo.

Ante reflexiones globales tan potentes como las anteriores, quedan velados algunos avances en cuestiones ecológicas en nuestro país como la recién aprobada Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, que aunque se ha realizado siguiendo las pautas europeas ha costado sudores que salga adelante aquí; eso sí, algunas medidas no serán efectivas hasta el 2030, demasiado tiempo, pero mejor es esto que lo que hasta ahora había.

Entre otros cambios se verá una clara reducción de los envases de plástico de un solo uso y también de los tóxicos usados en ellos, algunos considerados disruptores endocrinos, como son los ftalatos y el Bisfenol-A, algo reclamado desde hace muchos años por los grupos ecologistas y asociaciones ambientales; también se ha creado un impuesto al plástico pero parece responder más como una acción de carácter recaudatorio que realmente defender motivos ambientales.

La venta a granel en grandes superficies es otra buena norma que incluye la posibilidad de llevar nuestros propios recipientes, algo que garantizará el derecho a comprar sin envases de usar y tirar.

La obsolescencia programada de productos especialmente tecnológicos es otro de los puntos tratados en esta ley que obligará a indicar al consumidor sobre el llamado "índice de reparabilidad" donde se informará si el equipo es o no reparable, y en caso afirmativo el fabricante deberá disponer de piezas de sustitución y un manual que garantice y facilite el arreglo.

Una mejor recogida selectiva de productos y evitar en lo posible el vertido y la incineración es otro buen avance hacia la economía circular, penalizando con un nuevo impuesto tanto al vertido como al quemado y destinando el importe del mismo a políticas dirigidas hacia la reducción de los mismos, aunque este punto es muy poco ambicioso ya que establece sólo un 15% de reducción en 2030.

Más laxa aún es la obligatoriedad de la recogida separada de la materia orgánica y su transformación en compost, así como el porcentaje de residuos "de dudoso compostaje" denominados `impropios´, que se plantea hasta en un 20%, algo excesivo para lograr una mediana calidad compostadora.

También se echa de menos en esta nueva ley una mayor vigilancia hacia campañas que incentivan el consumo de envases bajo lemas fraudulentos con recipientes que se denominan biodegradables, emisión cero en su fabricación, y otro tipo de mensajes engañosos que no responden a la realidad. :-(