La decisiva llamada de 100 segundos

EFE
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La charla telefónica entre el maquinista y el interventor del Alvia se afianza como una de las claves del juicio de la tragedia de Angrois

Francisco Garzón, de frente en la imagen, el maquinista del convoy siniestrado. - Foto: Europa Press

Cien segundos trazaron la delgada línea que separa a la vida de la muerte y que provocó el fallecimiento de 80 personas en uno de los accidentes de tren más trágicos de la historia ferroviaria española, el ocurrido en Angrois en julio de 2013 y que ayer vivió una nueva sesión judicial dentro del macroproceso que se extenderá al menos hasta mediados del próximo año.

La conversación telefónica de algo más de un minuto y medio mantenida entre el maquinista Francisco José Garzón Amo y Antonio Martín Marugán, el interventor del Alvia accidentado ha pasado a ser una de las claves del juicio al ser ocultada, negada, e incluso tachada como «ilegal».

El conductor del tren que descarriló a la altura del barrio compostelano de Angrois habló en sus primeras declaraciones, con congoja, de culpabilidad y de falta de señalización, pero no aludió a esa comunicación, según los policías nacionales que tuvieron acceso a él.

 Los primeros policías que intervinieron en Angrois tras el accidente relataron que él «se culpabilizaba a sí mismo» por un «despiste», pero que también se quejó de que «la seguridad y la señalización de la vía no era la adecuada». «La he jodido. Es que venía a 190 por hora», dijo tras el descarrilamiento.

El revisor, en base a las explicaciones de estos mismos agentes que comparecieron ayer en la vista oral, se refirió a una llamada «breve» en Ourense, pero a ninguna otra. Hoy volverá a ser cuestionado Marugán al respecto, pues está citado para una nueva vista.

Andrés Cortabitarte, responsable en su momento de la seguridad en la circulación de Adif, y uno de los acusados, junto a Garzón Amo, llegó a decir en sala, en su testifical, que esta llamada era ilícita, al no tener carácter de urgencia, y que no tendría que haber sido atendida. Ni siquiera haber existido.

Y en la vista oral el chófer declaró que tenía obligación inexcusable de responder al agente ferroviario de a bordo, el cual iba en el tercer vagón. El diálogo era para preguntar a Garzón Amo si en Pontedeume podía estacionar en la vía más cercana a la estación para facilitar la salida de una familia.

El secretario del atestado desveló en esta jornada que Garzón Amo, que entró en el túnel que precede a la curva de A Grandeira a más del doble de la velocidad permitida por estado de las vías (80 kilómetros por hora), no mentó esa llamada.

Los investigadores no pudieron constatar su existencia hasta el día 31 después de analizar las entradas y salidas de los teléfonos del maquinista, que llevaba tres consigo, uno corporativo y los otros dos privados. 

Dos veces silenciada

Antonio Martín Marugán directamente, en base a este mismo testigo, negó su existencia. «Preguntamos al interventor y nos dijo que no se había comunicado con el maquinista, salvo una llamada breve en Ourense. Le preguntamos dos veces. Él lo negó. Una vez que se hace palpable esa llamada, el órgano judicial decidió pedirle declaración directamente. Ni el maquinista ni el interventor nos dieron información sobre la llamada. Lo descubrimos cuando indagamos».

Ya con la vista oral en marcha, Garzón Amo relató que a Marugán, como jefe del tren, debía contestarle. Su llamada de servicio tenía que cogerla, fue su argumentación. «El teléfono es una herramienta de trabajo. Estoy obligado a cogerlo».

Andrés Cortabitarte, en cambio, afirmó que Garzón iba hablando por teléfono en el «sitio más importante» de la línea, antes de la curva de A Grandeira que obliga a una reducción drástica de velocidad.