Los mitos sobre el huevo se derriban

M. Sastre
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En su estudio, la profesora de la Universidad Católica de Ávila, Carolina García, además señala algunas claves para la conservación de este alimento y los beneficios de su ingesta

Los mitos sobre el huevo se derriban

El huevo es uno de los principales ingrediente de la dieta mediterránea y durante años se han tenido sospechas de que su ingesta incrementaba los niveles de colesterol en sangre, una consideración que ha perdido vigencia en los últimos años. 

En realidad, la cantidad de grasa saturada que se consume tiene más efecto sobre la cantidad de colesterol en la sangre que el que puede ser obtenido al comer este alimento. No obstante, ante la duda de muchas personas acerca de si conlleva algún riesgo el consumo de huevos, la profesora de la Universidad Católica de Ávila, Carolina García, ha aclarado algunas cuestiones. 

Según la experta, «lo primero es tener presente que nada en exceso es bueno, pero no hay un límite aconsejado sobre la cantidad de huevos que deben comer las personas». Desde la Fundación de Hipercolesterolemia Famular (FHF), se sostiene que se pueden consumir hasta siete huevos enteros a la semana para la población general y de tres a cuatro, en personas con colesterol alto. 

Los mitos sobre el huevo se derribanLos mitos sobre el huevo se derriban

Una vez derribado el mito bajo evidencias científicas de los peligros que tiene consumir huevos para la salud, se puede afirmar que este alimento es rico en proteínas, principalmente presentes en la clara, en vitaminas A, B, C y E, colesterol y minerales como el azufre y el hierro. Por ello, se entiende que la versatilidad de este producto hace que esté presente en numerosas recetas de cocina diaria, sólo o acompañado. 

En relación con la seguridad del huevo, especialmente en la época estival, y aun sabiendo que en los últimos años han mejorado los controles de seguridad, es necesario prestar atención a su procedencia y cerciorarse que se encuentran en buen estado. El consumo del huevo en mal estado puede provocar enfermedades como la salmonelosis, una afección intestinal que puede durar de ocho a setenta y dos horas. 

Por ello, de cara a conservar este producto, conviene mantenerlo en su envase y en el frigorífico. No es recomendable conservarlos en el compartimento destinado a los huevos en la puerta del frigorífico porque es la parte más expuesta a los cambios de temperatura. Además, la profesora García asegura que un error común es lavar los huevos antes de meterlos en la nevera, ya que se elimina la película que protege la cáscara evitando la entrada de bacterias. 

Para saber que huevos elegir cuando vas a comprar, es necesario atender al tamaño, el precio y el sistema de producción. Para ello la profesora de la UCAV ha explicado que el primer dígito es la forma de cría de las gallinas que va de 0, producción ecológica a 3, criadas en jaula. Las dos letras siguientes contienen el nombre del país de la Unión Europea donde se han producido los huevos. El resto de dígitos corresponden a la granja de producción, los dos primeros al código de la provincia, los tres siguientes al municipio y los restantes a la granja correspondiente. 

Además, es necesario prestar atención a la fecha de consumo, ya que la vida útil del huevo suele ser de veintiocho días tras la puesta, a partir de la cuarta semana va perdiendo propiedades. Por ello, la profesora de la UCAV proporciona algunos consejos para comprobar si los huevos que vamos a consumir están o no en buen estado. Si al abrirlo tiene u fuerte olor a azufre es que éste no es apto para su ingesta. Sin embargo, si lo metemos en un vaso con agua y este permanece en el fondo, su estado será óptimo. 

Si al cocer el huevo y abrirlo, la yema está muy cerca de la cáscara y tiene una burbuja de aire grande, es señal de que no se debe ingerir, al contrario de cuando la yema es dura, bien definida, la clara espesa y los bordes bien delimitados. En cuanto a la categoría existen dos tipos: la categoría A, que corresponde a los huevos de más calidad y que son destinados al consumo doméstico; y la categoría B que corresponde a huevos de menor calidad que son destinados a la industria, para ser transformados en otros productos.