Pablo Serrano

CARTA DEL DIRECTOR

Pablo Serrano


Como hemos cambiado en dieciséis años

15/01/2023

Es lógico pensar que la sociedad abulense ha evolucionado en los últimos 16 años, y tomo la referencia de 2007 porque también se celebraron elecciones municipales (cuatro mandatos desde entonces) y porque supone, al menos en mi cabeza, un antes y un después, un cambio de ciclo definitivo, desde el comienzo de la crisis financiera (de la que se oían los primeros comentarios a finales de ese año, y que se consolidó en 2008).
Casualmente coincide con la época desde la que regresé a esta querida tierra de Ávila tras varios años de deambular por otras provincias castellano y leonesas.
La sociedad ha cambiado tanto, que nada tiene que ver la de hoy con la de aquel 2007, cuando un 29 de junio el visionario Steve Jobs presentaba el primer teléfono inteligente, que ha cambiado radicalmente nuestro día a día. Y estamos hablando de apenas dieciséis años. En este tiempo, gracias a la popularización de los teléfonos inteligentes, han emergido las redes sociales y con ello, ha cambiado la manera de ver el mundo. Y las corrientes críticas, que siempre han existido, han encontrado un lugar en el que sumar adeptos, porque si algo traen las crisis, es el descontento generalizado (y reitero el convencimiento de que desde 2007 no hemos cerrado ciclo, a pesar de los vaivenes entre medias).
Este fenómeno global también se ha dejado notar en nuestro bienaventurado sistema democrático con un cambio de visión de los electores, que como digo, crecieron en el descontento (motivos se les dio), y cambiaron sus preferencias. Pero afortunadamente, podemos seguir decidiendo nuestros destinos. 
Con otras elecciones municipales a la vista este 2023, por tomar como referencia los resultados en la capital –que no como sociedad, sino como ciudad, no veo que haya evolucionado tanto–, se pueden ver cosas curiosas. En aquel 2007, solo cuatro candidaturas recibieron votos, y únicamente tres obtuvieron representación. Los populares rozaron los 17.000 votos; el PSOE, 7.500; IU, 2600, y Tierra Comunera apenas superó los 300. En 2011, había emergido cierto descontento ya, y a esos enojados les dio voz UPyD. Así, el PP descendió hasta 14.700 votos, el PSOE apenas llegó a 5.000, IU creció ligeramente, pero sin alcanzar los 3.000; sin embargo, la nueva formación superó los 4.000. En 2015 hubo una eclosión de partidos, que tuvo su reflejo en el Consistorio de la capital. Hasta ocho formaciones tuvieron de 600 votos en adelante, hasta los 9.500 del Partido Popular, que fue el vencedor. ¡Ay! Pero llegó 2019, y el tradicional partido ganador en el Ayuntamiento de Ávila se dejó llevar por una mala gestión de la candidatura, y hasta diez formaciones se presentaron, produciéndose un vuelco con un Por Ávila nuevo que descargó ilusión y se comprometió con el electorado local. 
De cara al próximo 28 de mayo, parece que no serán tantas los partidos que se presenten, pero el resultado volverá a demostrar que esta sociedad ha cambiado y que cada vez es más exigente y, por lo tanto, más castigadora. No soy capaz de aventurar un pronóstico, pero sí me da al olfato que la participación volverá a ser cuatro o cinco puntos inferior, porque participación y euforia van unidas, y hace cuatro años se materializó un ímpetu que ahora cuesta hacerse notar. Más bien estamos en un «virgencita, virgencita, que me quede como estoy».