Generalmente, las polémicas sobre la Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU) suelen saltar al final de cada curso, cuando la prueba es inminente, pero este año llega a la palestra con la temporada escolar recién estrenada, ya que se acaba de empezar a trabajar en una reforma de este examen que, como es habitual, divide a quienes se sientan en la mesa de negociación.

Así se desprende de lo propuesto por el secretario de Estado de Educación, José Manuel Bar Cendón, quien señaló que es «fundamental» afrontar el debate de la nueva EBAU «sin establecer líneas rojas infranqueables», mientras que el Partido Popular y Vox insisten en establecer una prueba única para toda España.

«Queremos una EBAU satisfactoria para todo el mundo y, si pongo como línea roja que la prueba sea única en todo el Estado, ¿van a estar de acuerdo todas las comunidades autónomas?», preguntó ayer Bar durante su intervención en la Comisión de Educación y Formación Profesional en el Congreso de los Diputados, donde pidió que, si se quiere llegar a una acuerdo, hay que partir «de la base de que no todas las comunidades autónomas aceptan la prueba única».

En este sentido, recordó al PP que «cuando gobernaron durante ocho años nunca hubo una prueba única ni un intento de hacerla. «La Lomce, que ustedes hicieron, no habla de una prueba única», sentenció.

El secretario de Estado prevé que este nuevo modelo «pueda ver la luz en forma de real decreto hacia abril o mayo de 2023», para lo cual se ha puesto ya en funcionamiento una ponencia coordinada desde el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INE) y contará con representantes técnicos «de todas las administraciones educativas»: «Homologación y equilibrio sí, homogeneidad y prueba única no».

La propuesta inicial de la nueva EBAU, presentada por la ministra Pilar Alegría el pasado mes de julio, tiene como prioridades, según explicó Bar Cendón, «el respeto de la autonomía de las administraciones educativas y universidades y una implantación gradual, pautada, del nuevo modelo, dirigida a generar tranquilidad a la comunidad educativa».

«Sería incoherente que los nuevos currículos introduzcan contenidos más competenciales pero que no tuviese su correspondencia en la evaluación, no se puede enseñar de otra manera y evaluar como siempre. Se trata de una propuesta de una prueba que incorpora una modificación necesaria pero evitando el riesgo de producir cambios bruscos», manifestó. Sobre este documento inicial de la nueva prueba, cuyos cambios comenzarán a introducirse «paulativamente» a partir de las pruebas que se convoquen para junio del 2024, Bar Cendón subrayó que tendrán «mucho que hablar y que negociar» ya que «hay un enorme margen para el acuerdo» si no hay «líneas rojas».