José Guillermo Buenadicha Sánchez

De la rabia y de la idea

José Guillermo Buenadicha Sánchez


Doce uvas

30/12/2022

Una. Por el año que se va; no por ser mejor o peor, sino porque es bueno dejar que las cosas se vayan, que el tiempo haga a cada día nuevo y evite que nos bañemos dos veces en el mismo río.
Dos. Por los amigos con los que estos días nos regalamos reencuentros; por esas arrugas que vemos en ellos, espejo de las nuestras, por esas sonrisas que son las mismas del primer encuentro infantil y que confirman que no estamos solos en la vida.
Tres. Por los que fueron, pero se fueron, aunque serán mientras sepamos dedicarles uno solo de nuestros pensamientos. Por los que son y están y, sobre todo, por los que serán nuevos este año. Porque vivir es comenzar a ser, estar y saberse ido.
Cuatro. Por la concordia. Olvidada hasta que volvió a nuestro discurso en una lápida de claustro catedralicio y que tanto necesitamos. Por el respeto a opinar distinto, por las líneas rojas dibujadas entre todos para definirnos y no por unos contra otros según intereses espurios o efímeras necesidades.
Cinco. Por los que en mayo se enfrentan a la ordalía de las urnas para servir a sus convecinos con desinteresado espíritu, sin vocación de figurar, sino de lograr que otros figuren, aspirando como mucho a perder cuatro años de su vida por los demás. Sobre todo, por los que lo hacen en esos pueblos de la España vacía.
Seis. Por los que sufren, por los que están solos, por los desheredados. Para que su sufrimiento, su soledad, su olvido, si no pueden ser revertidos o mitigados, sean al menos comprendidos y noten otras manos que aprietan las suyas en los momentos difíciles.
Siete. Por la palabra que define, conduce sentimientos y perpetúa historia. Por esa literatura en continua búsqueda de un nuevo vestido adaptado a los tiempos que a su vez condiciona. Para que no deje de ser parte esencial de la educación y se enseñe —exija— a amarla y respetarla.
Ocho. Por las víctimas de la guerra, pero también por los que la provocan. Las guerras nos son consustanciales en tanto que raza animal, pero en tanto que humana, debiéramos de saber que son ya derrota antes de su comienzo. Solo esa idea puede lograr que pare la barbarie.
Nueve. Por la juventud, para que aprenda a no heredar deudas ajenas, a no ser portadores de virus de sus antepasados ni a girar melancólicos bucles, pero también para que sean conscientes y conocedores de todo lo pasado; no para saber cuál es el camino verdadero —algo imposible— sino para descartar aquellos explorados y sin salidas.
Diez. Por los aparcabicis, que además de obsesiva reclamación creo metáfora de nuestra ciudad. Representan la seguridad y referencia de un sitio de anclaje, las tradiciones, pero también escenifican la movilidad, el continuo transitar de un lado a otro buscando alternativas de futuro.
Once. Por la familia, a veces jaula, pero también mapa y brújula que enseña a viajar por el mundo y la vida; es barco que nos lleva, piel que cobija nuestros músculos y huesos, fábrica de la que están hechos nuestros sueños.
Y doce. Por ustedes, queridos tres lectores. Para que el 2023 les sea propicio, colme sus aspiraciones, los sorprenda con otras inesperadas y permita que sigan siendo las estrellas que iluminen el camino de estas sinrazones semanales. Feliz año.