Darío Juárez Calvo

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Darío Juárez Calvo


Posproducciones Casas

15/08/2021

A Simón Casas no le queda ni la confianza del estanquero de abajo que hasta hace poco le despachaba su dosis diaria de esas estaquitas de rubio alquitrán que colapsan el cenicero de su inútil despacho venteño. Quizá sea porque se ha dado cuenta de que fuma más que compra, y eso, en un fumador, resulta verdaderamente sospechoso si en la espalda todavía no te han colgado el cartel de jeta. Algo parecido a la vitola taurina vehementemente charlatana que lleva en la frente, de la que ha hecho gala toda su vida, y la que en los últimos tiempos le ha invitado a ir solicitando la apertura de su nicho empresarial, cuando ha sentido caer sobre su cara el gapo que un día escupió hacia arriba. 
Bernard –su nombre real– ha decidido abandonar las plazas de Madrid y Valencia –con Albacete ya está en camino y eso que acaba de empezar–, negándose a dar toros con una retahíla de excusas propias de la verborrea costumbrista de la que hace gala cada vez que le ponen delante una alcachofa. Dos ejemplos nefastos de producciones de primerísimo nivel que venían a cambiarle el paso al empresariado taurino al uso y que, a raíz de la pandemia, se han convertido en una fosa de desidia, olvido, opacidad y desamparo hacia el aficionado de dichas plazas. Todo ello, bajo el amparo del bochorno beneplácito de la administración autonómica y del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, que con su silencio y varias decisiones sospechosamente unilaterales, han puesto sobre relieve la cortoplacista y nada nítida gerencia del señor Abellán. 
«No tiene ni un duro» es la frase que más se le atribuye cuando las consecuencias de su gestión llegan a Twitter en forma de críticas, vacilantemente contextualizadas todas ellas. Pero Simón tiene esas gracias que le ríen los profesionales -y algunos que se hacen llamar aficionados- que siguen tragando con ese modelo empresarial completamente en decadencia. Le gusta que le toquen las palmas para conocerse y volverse a conocer las veces que sean; esa es su riqueza. Para que luego haya atrevidos que osen a decir que no tiene ni un duro. Bienvenidos sean todos a Posproducciones Casas.