Un viaje de 6.000 kilómetros de solidaridad

M.M.G.
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Un grupo de 12 jóvenes encabezado por el padre Arturo Díaz, capellán de La Encarnación, ha viajado en tres furgonetas hasta Ucrania para llevar ayuda a quien más la necesita ahora, los que viven en medio de una guerra

Un viaje de 6.000 kilómetros de solidaridad

Son unos 6.000 los kilómetros que separan Ávila de la ciudad ucraniana de Uzhgorodo, al oeste del país, en la frontera con Eslovaquia y muy cerca de la frontera con Hungría. Mil kilómetros al día cuando se va y viene en seis días, los que han empleado los doce jóvenes (abulenses en su mayoría) que encabezados por el padre ArturoDíaz, capellán del monasterio de La Encarnación, han formado la última caravana solidaria abulense para con Ucrania.

Tres furgonetas cargadas de productos de todo tipo y muchas ganas de ayudar. No hizo falta mucho más para que este grupo, compuesto por chicos y chicas de entre 18 y 30 años se pusiera en marcha.

Todo surgió, explica el padre Arturo a Diario de Ávila, a raíz de Begoña, hermana de una de las carmelitas que en la actualidad viven en La Encarnación. Begoña, que pertenece a la organización católicaCamino Neocatecumenal, vive en Ucrania desde hace doce años con su marido Pedro y, ahora, con ocho de sus once hijos. «Cuando comenzó la guerra tuvieron la valentía y el coraje de optar por quedarse en Ucrania», prosigue con el relato el sacerdote, que explica que toda la familia fue evacuada a  Uzhgorodo. Una vez allí, se encontraron con que eran muchas las necesidades de los ucranianos desplazados a esa zona. Así que se pusieron manos a la obra.

«Ellos nos iban contando las cosas que iban necesitando», cuenta el Padre Arturo, que plantea necesidades tanto físicas como espirituales. «Precisaban desde asuntos litúrgicos, como el vino de misa, las formas, el incienso... a cosas más prácticas, como una paella y una plancha para cocinar, medicinas, ropa...», recuerda.

Sin pereza alguna, el padre Arturo comenzó a movilizar a muchas personas: unas contribuyeron aportando lo necesario, y unos cuantos jóvenes valientes dieron el paso adelante para formar la comitiva que llevaría todo a Ucrania.

«La idea inicial era ir en autobús para poder traer de vuelta también a ucranianos», reconoce el sacerdote. Pero la situación evoluciona. Y ahora son pocos los ucranianos que abandonan el país.Al contrario: muchos regresan para reunirse con sus familias.

Así que finalmente fueron tres las furgonetas que se llenaron y con las que recorrieron los 6.000 kilómetros de los que ya hemos hablado, durmiendo en gimnasios, parroquias, con familias... de Francia,Italia y Hungría.

Para todos aquellos que les acogieron durante su peripecia de manera totalmente desinteresada, el padre Arturo sólo tiene palabras de agradecimiento.«Ha sido duro, claro», no tiene problema en reconocer, «pero nos traemos muchas cosas para meditar y pensar.En medio de la dificultad siempre surgen cosas increíbles», se despide de nosotros el sacerdote.