"La pandemia ha visibilizado el papel de la psicología"

M.E
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Con una trayectoria de dos décadas trabajando con los mayores desde el Ayuntamiento, la psicóloga Ana Belén Sánchez destaca las iniciativas puestas en marcha con la pandemia para abordar la soledad en el colectivo y dar prioridad a sus emociones

"La pandemia ha visibilizado el papel de la psicología" - Foto: David Castro

Alegre, empática y familiar, Ana Belén Sánchez (Ávila 1977) siempre quiso ser psicóloga. Aunque su amor por las tortugas y su relación con un mar que le «da paz» le llevó a plantearse estudiar Ciencias del Mar, lo cierto es que se quedó en un pensamiento fugaz y su vocación por la psicología se acabó imponiendo. Después de una infancia feliz en Ávila con 'escapadas' a Salobral, de donde procede su familia, se marchó a Salamanca a estudiar, primero la carrera de Psicología y después el máster de Gerontología, una formación que completaría después con otros dos másteres, uno de Neuropsicología y otro de Investigación de Psicología en el ámbito de los mayores. 

Su preferencia por trabajar con la población mayor no fue casualidad. «Fue por mi abuelo, era una persona mágica, la más bondadosa, tierna e increíble que he conocido. Siempre le cuidé, le quise y le admiré tanto que tenía claro que quería dedicarme a los mayores», nos cuenta. Su familia, de hecho, también ha tenido mucha influencia. «Aunque ahora nos falten varios pilares, seguimos muy unidos y las referencias positivas las tengo a través de ellos, como mis padres; mi madre es todo cuidados, amor y entrega y mi padre es una persona muy inteligente con una integridad, una calma, un saber estar y una inteligencia emocional que es una gozada», señala.

Con todo, Ana Belén no quería volver a Ávila, ciudad de la que «he renegado toda mi vida», confiesa entre risas. «Yo quería viajar por el mundo y trabajar en una ONG o algo así, no quería volver. Pero cuando terminé el máster salió la plaza de psicóloga en el Ayuntamiento y, aunque sin muchas ganas y después de que mi madre me animara, me presenté y la saqué». 

Así que se quedó. Ya han pasado veinte años y, aunque no oculta que los inicios fueron «duros» y que tuvo momentos de arrepentimiento, su trabajo con los mayores de la ciudad le ha reportado muchas satisfacciones, sobre todo en esta última etapa en la que está desarrollando un buen número de iniciativas para dar respuesta a las necesidades del colectivo. 

En 2001 se incorporó al Consistorio abulense, a un equipo capitaneado por la pedagoga Sebastiana Boyero, que «era mi coordinadora y la mayor referencia que he tenido, primero a nivel profesional y luego también personal. Fue la que creó todo el programa de mayores y las aulas de desarrollo cognitivo en Ávila y tenía una gran formación, muchísima experiencia y sobre todo una gran calidad humana, fue mi mayor apoyo y con ella todo era fácil y maravilloso», incide.

 

 

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