Roberto Serna

El líder que hay en ti

Roberto Serna


Autosabotaje

29/06/2022

La gente acostumbra a fracasar porque cometen el mismo error una y otra vez. Para alguien acostumbrado a rumiar sus excusas continuamente el camino es fácil, días de oscuras calificaciones hacia sí mismo debido a la autoculpa por sus acciones, o sus inacciones. Sea como fuere lo terrible es que el miedo a no salir de este bucle se haga real y nos veamos abocados a convivir con el sabotaje de por vida.
Las profecías en torno a lo que creemos sobre nosotros o el mundo que nos rodea tiende a convertirse en realidad. Ya sea que nos creamos inteligentes o guapos o estemos convencidos de lo contrario, todas nuestras acciones conseguirán ese mismo resultado. Es acción y reacción. Esto hace que si pensamos en que no encajamos y que socializar no es lo nuestro, el propio pensamiento tendrá una fuerza desmesurada tal que ni contando con todas las habilidades necesarias podremos entrar a formar parte de ningún grupo de la sociedad. Sencillamente nos estamos guiando para no lograrlo, lo sabemos, y lo peor es que nos sentimos incapacitados para pararnos a nosotros mismos  y nuestra autodestrucción. ¿Qué sucederá con cosas más importantes como el entorno familiar, un nuevo proyecto laboral, o simplemente el amor?
Es la tortura eterna, un código de deshonor que en el Japón samurai acababa con lo que se conocía como «Seppuku», una de las consideradas formas más valientes de recuperar el honor perdido en vida. ¿Hace falta llegar a tal extremo? Obviamente no si consideramos la aceptación, la reflexión y una nueva forma de ver las cosas como un camino más que viable para hacer algo más que seguir respirando. 
Sucede a menudo, y esto es fácil de comprobar, que es el significado de «irrecuperable» lo que hace de nuestros castigos algo eterno, pero no lo vemos así, lo masticamos tantas veces que hacemos de ello una verdad incuestionable y así no se puede vivir. La vida debería ser más sencilla, tal vez haberla entendido como lo que es, un obsequio tantas veces vulnerable pero moldeable que lo que se rompe no es ella misma sino nuestra imagen corrupta de perfección. Tenemos que aprender a renunciar a la idea de que las cosas deberían ser de una manera determinada, porque no lo son, son como son, y nosotros como somos, y ambos estamos expuestos a la resistencia y rotura o a una aceptación que es la que trae el crecimiento.
¿Qué ocurre cuando alguien se acepta con todo lo malo que tiene, y acepta el mundo con todo lo malo que este en ocasiones ofrece? Que nos da la oportunidad de movernos por el terreno a sabiendas de que no hay nada fijo, nada estable y seguro más allá de los principios y deseos que uno posea. Siendo fieles a ellos nada hay que temer porque en nuestra mano siempre estuvo precisamente lo que hicimos, que fue arriesgarlo todo para conseguir algo. De ese algo se nutre la vida. Yo abogo por filosofías de puro orgullo personal, cero arrepentimiento. Filosofías de serlo todo aun sin nada seguro, aun con el fracaso tocando a la puerta para entrar en una casa donde ni las sillas están donde deberían porque cuando la vida es aceptada, nadie sabe con seguridad en qué parte de la casa podrá sentarse el día de mañana, pero sí la clase de persona que será todos los días de su vida.

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