El líder silencioso

Alberto Fuentes (EFE)
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Alberto Díaz ha pasado de ver el Europeo por la televisión a ser imprescindible para España

El líder silencioso - Foto: alberto nevado

Alberto Díaz, base malagueño del Unicaja y campeón del Eurobasket 2022 con España, se ha ganado el respeto del mundo del baloncesto, tanto por su rendimiento en el torneo como por su historia de inspiración: de entrar a última hora por la lesión de Llull a protagonizar jugadas que serán recordadas en la obra más meritoria lograda por la selección de Scariolo.

Alberto Díaz Ortiz (Málaga, 1994) es un tipo normal que ha traspasado fronteras como protagonista de una nueva conquista europea de España. El base, de 1,88 metros, ya era un jugador consagrado en la Liga Endesa, pero decidió sobresalir en el campeonato continental para que, a sus 28 años, todo del mundo esté hablando del capitán pelirrojo del Unicaja.

Su éxito en este histórico torneo cosechado por 'La Familia' no es una casualidad, a pesar de que Díaz llegara a la lista definitiva por la desafortunada lesión de Sergio Llull.  Scariolo confió en un perfil de deportista totalmente distinto, pues se pasó de la magia anotadora del mallorquín a la garra y el espíritu de equipo del andaluz.

El técnico italiano lo sabía mejor que nadie y Díaz, inteligente en la pista y con un hambre competitiva inigualable, supo aprovechar la oportunidad que le regaló el destino y ha pasado de ser alguien con un rol puramente defensivo en la rotación a acaparar minutos en los momentos más importantes, con tiros tan imprescindibles como el que terminó de cerrar el triunfo contra Francia a falta de dos minutos.

Europa empezó a fijarse en el pelirrojo nacido en la zona de Carretera de Cádiz, distrito obrero de Málaga capital, contra la Turquía de Shane Larkin, al que provocó una pérdida de balón decisiva en los últimos segundos.

En octavos ante Lituania siguió demostrando lo que en el Carpena es una rutina impuesta por él, las faltas en ataque: a su excompañero de cantera y ahora estrella de la NBA, Domantas Sabonis, supo cómo desquiciarle por momentos, como haría después con los bases finlandeses en cuartos.

En las semifinales contra Alemania le sacó una falta ofensiva a Schröder, al que dejó sin anotar durante los últimos siete minutos del encuentro, justo después de que el base NBA le hiciera un gesto de burla tras una bandeja.

En la final ante Francia y sin afán de protagonismo, aunque ganándoselo a pulso, mantuvo su nivel en defensa con una intensidad que aplicó contra jugadores de mucho nivel como Thomas Heurtel o Andrew Albicy, y a ese derroche de esfuerzo le sumó varios triples con los que demostró valentía y eficiencia también en ataque.

El base no ha sido nunca un jugador de estadísticas rompedoras, más bien un experto de los intangibles, como provocar errores contrarios, robos de balón, faltas en ataque y tiros concretos, de parado y tras bote, nada más recibir, cubierto o liberado o penetrando al aro.

Sus números en el Eurobasket han sido 5,7 puntos, 1,1 rebotes y 1,4 asistencias, para 6,7 de valoración en 16,8 minutos de juego, aunque lo que evidencia su importancia en pista es que España ha tenido un +52 de balance en pista con él.

Desde abajo

En un campeonato nacional de cadetes, Díaz era uno de los mejores de la selección de Andalucía que acabó ganando ese año y cuenta Francis Tomé, entrenador suyo en categorías inferiores, que su ayudante fue a su habitación a contarle que sus jugadores estaban ligando con chicas de otros equipos en el hotel donde ellos se hospedaban.

«¿Y aquí quién manda?», preguntó entonces Tomé, muy enfadado con sus jóvenes jugadores, esperando que le dijeran que por supuesto que era él, para así poder decirles que se dejaran de coqueteos y se centraran en el baloncesto. Sin embargo, a esa pregunta retórica, todos los jugadores contestaron: «Alberto», refiriéndose, cómo no, a Díaz.

Desde edades tempranas fue un «líder nato», cuentan los que le conocieron y entrenaron como Tomé, que lo tuvo en el Clínicas Rincón, filial cajista en ese tiempo. «Era un auténtico muro» desde bien pequeño, aunque entonces era más anotador, penetrador y creador de juego que «metía los triples que tenía que meter».

Con el paso de los años y el cambio físico a medida que iba avanzando de categoría, el andaluz se construyó a sí mismo como un zaguero dispuesto a liderar a sus equipos desde atrás, con personalidad y liderazgo como para ser nombrado 'MVP' de una final de Eurocup con 22 años, aquella de la remontada del Unicaja ante el Valencia Basket en 2017.

Una década en la Liga Endesa, experiencia en Euroliga, Eurocup y Liga de Campeones FIBA con más de 350 enfrentamientos a sus espaldas, líder absoluto del Unicaja en temporadas convulsas como los dos últimas, donde siempre fue el más regular de la primera plantilla. Su reconocimiento a escala mundial tardó en llegar, estaba falto de un escenario tan mediático como el Eurobasket.