Emilio García

Desde el mirador

Emilio García


Sánchez sin complejos

24/06/2022

Está claro, Sánchez ha perdido el norte. Primero, descompuesto, le dice a la oposición que le tiende la mano, que «estorba». ¿Para qué? Para seguir destrozando España y sus instituciones. Una vez más, el sentido de Estado que pide a sus rivales no es otro que le apoyen en todo sin discutir. Aunque el presidente tiene más altas miras que le llevan a transmitir en sus gestos que él ha llegado para hacer grandes cosas, para poner en marcha la maquinaria que los mortales ciudadanos no sabemos intuir: hacer desaparecer los Estados por una meta superior: Europa. Por eso la mesa del ejecutivo socialista está presidida por un eslogan muy claro: «Hacemos Europa» (que no España). Y a ello se dedica con el apoyo incondicional de sus ministros y el sectarismo de aquellos que forman parte de su Gobierno y de su partido.
Los ciudadanos andaluces acaban de decirle cuan equivocado está. Le han borrado la sonrisa de su cara, pero él sigue ahí, impertérrito.
Cuando recuerdo cómo empezó este mes de junio, con el primer ministro español dirigiéndose a sus parlamentarios en cónclave privado para que aplaudieran sus palabras, tan bonitas y retóricas como siempre, no puedo evitar repetir lo que allí dijo en la celebración de los cuatro años que lleva en Moncloa desde la moción censura. Señaló eufórico, optimista, sin complejos que ha demostrado en este tiempo que, el suyo, es «un Gobierno ejemplar que respeta la división de poderes y que prestigia sus instituciones».
Nadie oyó decir nada sobre sus fracasos y escándalos, sobre la corrupción en los varios frentes que tiene su partido (Andalucía, Baleares, Valencia...). Todo honor y gloria para el presidente del partido que está acabando con su propio partido. Y lo veremos. Mientras, sus acólitos seguirán aplaudiendo cada una de sus «presencias» y señalando al contrario porque así lo ha decidido él.
Pero entre medias de sus aspiraciones y en el incumplimiento permanente de sus propuestas, sigue con lo que ya hemos comentado en situaciones similares: improvisando. Da igual hacia qué frente miremos, la solución no llega, aunque no falten los anuncios, las mentiras por doquier. Pero cuando todas las alarmas llegan a la mesa económica, nadie dice nada del porqué se incrementa el coste del Estado político (Administración General) que no del bienestar.
Si uno sigue los diversos Boletines Oficiales (Nacional, Autonómicos y Locales) que se publican diariamente en España, habrá comprobado cómo desde hace un mes están apareciendo de manera indiscriminada noticias que tienen que ver con la aplicación de la Ley 20/2021, de 28 de diciembre «de medidas urgentes para la reducción de la temporalidad del empleo público», ello se debe que han de convocarse antes de que finalice el año 2022.
Nunca entendimos el motivo de esta ley, aunque sí la arbitrariedad del Gobierno y sus compinches sindicales para impulsarla, puesto que la sobredimensión de la AGE es evidente. Si nos atenemos a los datos más recientes (2020-21) las administraciones públicas, en su conjunto, tienen 1.458.453 empleados funcionarios (el 56,14%); el personal laboral asciende a 599.613 empleados (23%); y el conjunto de interinos, personal eventual y otros puestos alcanza los 539.646 empleados (20,7%). Por eso, ante una ocupación administrativa de esta magnitud, tampoco entendemos la oferta pública realizada el 24 de mayo por el Gobierno de 44.787 plazas, una decisión de oportunidad política pero fuera de toda realidad.
Este no es el camino para reducir la deuda española. Esta no es la vía para administrar adecuadamente los dineros de los ciudadanos. Hay que pensar mucho más en Sanidad, en Educación, en Justicia que en administrativos cuya eficiencia mayoritaria deja mucho que desear.
Pero a Sánchez lo que le sobra es alegría a la hora de repartir el dinero que no tiene. Su falta de complejos confirma que, como dijo Jean-François Revel «la izquierda puede estar equivocada, pero la derecha nunca puede tener razón», olvidándose de que «el principal obstáculo para el triunfo del socialismo en el planeta no es el capitalismo sino el comunismo». Es lo que denominó el periodista y pensador «la tentación totalitaria».