Ese fútbol tan odiado...

Diego Izco
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Atlético y Villarreal logran el pase a cuartos de Champions con un juego conservador y sin espectáculo

Ese fútbol tan odiado...

En 1988 la FIFA adjudicaba el Mundial de fútbol a Estados Unidos. La noticia fue sorprendente, porque el 'soccer' no tenía Liga profesional y ni siquiera era un deporte popular. ¿Cómo era eso posible? El razonamiento tenía que ver con la concepción del espectáculo que tienen los estadounidenses alrededor del deporte (exceptuando el béisbol, donde manda la tradición): eran, y muchos todavía son, incapaces de entender cómo el resto del mundo pierde los papeles por un deporte cuyo resultado 'perfecto' es un 0-0. 

Esa perfección tiene que ver con partidos 'muy tácticos', con bloques 'muy trabajados' y con equipos 'muy equilibrados', tres epítetos que definen una escuela de fútbol que ha existido siempre pero que se desarrolló más recientemente como antídoto al fútbol de toque que dominó el planeta. Ese concepto del espectáculo (jugar bien y además ganar) fue el punto de partida para que otros esgrimieran que: a) solo uno de los dos equipos de un mismo partido podía jugar bien y que b) como es más fácil jugar mal que hacerlo bien, esta debía ser una corriente mayoritaria. De algún modo, se permitió la entrada y proliferación de técnicos, pizarras y estilos 'anti-tiquitaca'… 

 

El "Cholismo"

A Simeone, que le cambió la cara al Atlético desde ese prisma, no se le caen los anillos por reconocerlo. De hecho declaró sentirse «emocionado» por cómo había jugado el equipo en Old Trafford el pasado martes, cuando venció por 0-1 al Manchester United y pasó a cuartos de la Liga de Campeones. La emoción proviene de un 40 por ciento de posesión ante un equipo mediocre, de apenas 20 ataques por los 59 del United, de tres disparos a puerta en todo el partido… pero de una sensación de bloque compacto que es la base del 'cholismo', agrade o no agrade. 

«El Atlético lleva 10 años haciendo lo mismo», decía con rabia Ralf Rangnick, técnico de los 'red devils' al final del partido. «No sé si hubo dos minutos seguidos sin un jugador suyo en el suelo». Esa forma de jugarse LaLiga no gusta más allá de nuestras fronteras (puede que tampoco de fronteras adentro). Es el campeonato con menos tiempo de juego real y donde más cantidad del 'otro fútbol' se maneja: pérdidas de tiempo, simulaciones, etcétera. También el de más faltas por partido; un dato en comparación con las dos ligas más dinámicas (Inglaterra y Alemania): el Mainz es el que más faltas comete de la Bundesliga (360) y el Watford (359) en la Premier. Serían, respectivamente, los 12º y 13º en el 'ranking' de la Liga española (489 el Valencia, 423 el Levante, 422 en Getafe…). 

 

Los críticos

Rangnick se suma a las críticas recientes que ha obtenido el bloque colchonero en competición europea. Jürgen Klopp (Liverpool) también criticó duramente al 'Atleti' en 2020, cuando los rojiblancos eliminaron a los grandes favoritos en la Champions. «Es su forma de jugar. Respeto mucho lo que hacen, pero yo no podría hacerlo. No entiendo cómo el Atlético opta por este tipo de juego con los futbolistas que tiene», decía el alemán.

Ese estilo nació en contraposición a lo que hacían sobre todo Barça y Real Madrid en la época gloriosa de la pasada década. Y, más concretamente, Xavi Hernández lo reconoció como algo antagonista a las bases del fútbol que él desea y pretende: «No creo que nuestra afición entendiese que el Barça jugase así, como el 'Atleti'», dijo el hoy entrenador azulgrana. 

Estas críticas se unen a las palabras de Allegri (Juventus) tras caer ante el Villarreal este miércoles pasado: «Ellos se echaron atrás. No buscaban ni el contragolpe. Querían llegar a la prórroga y nosotros no gestionamos bien el 0-1». El equipo español solo disparó tres veces a puerta, los tres goles (dos de penalti), y la Juventus (56 por ciento de posesión) ejecutó 15 disparos. Pero se llevó la victoria y el pase a cuartos.

Al final, queda la duda de saber si todas estas quejas son excusa de mal perdedor o un mal endémico de nuestro fútbol… que sigue apañándoselas para encontrar el hueco hacia el éxito, si no se puede ser el Brasil del 70 o la España de 2010, habrá que ser la Grecia de 2004. Aunque eso no guste mucho.