Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Los españoles, secuestrados por un día

20/12/2022

Aspiro a que usted, lector, desconozca al final de este comentario si mis simpatías se inclinan por la exigua mayoría 'conservadora' del Tribunal Constitucional o por la minoría 'progresista', afín la una al PP y la otra al PSOE, así, sin más. Y dudo de que usted descubra por dónde van mis afectos porque, simplemente, no van por ningún lado. Nos han tenido en el TC secuestrados todo este lunes, pendientes de ellos y de sus deliberaciones conectadas a las sedes de La Moncloa o de Génova, respectivamente. Y eso, precisamente eso, es lo que no debería ser jamás el poder judicial: una mera correa de transmisión de los malabares de los partidos para hacerse con parcelas de poder institucional.
Importa ya menos, aunque importe, que se obstaculice más o menos la votación del jueves en el Senado de esas dos fantasmagóricas enmiendas a sendas leyes orgánicas que se refieren a los jueces. No le cansaré con los vericuetos leguleyos por los que se han adentrado los unos y los otros: simplemente, le diré que de lo que se tratará, y se trata, era y es de tomar el poder en el máximo órgano de garantías, so pretexto, para colmo, de reformar 'para mejor' a esa institución encargada de velar por el cumplimiento de la Constitución. Nunca estuvo más amenazada la ley de leyes que ahora, en la que, les pido a todos mil perdones si esto suena duro, la zorra cuidaba de las gallinas.
Sí, la llamada 'clase política' ha incurrido en todo tipo de vicios, escenificados hasta la saciedad en las escenas parlamentarias que la presidenta de la Cámara Baja no supo atajar, o quizá ni siquiera quiso hacerlo, porque su dependencia del Ejecutivo voraz no se lo permitía. Pero es aún más grave cuando la justicia, encarnada en dos instituciones como el Consejo del Poder Judicial y, en otro orden de cosas, por el Tribunal Constitucional, se deja enredar, por intereses espurios, en el barrizal en el que se ha convertido el Parlamento.
De este lance salimos con un Ejecutivo que se retrata a sí mismo en las trampas que hace en el solitario de la 'fabricación' de leyes; con un Legislativo sometido por completo a los 'diktats' del Ejecutivo; con un Judicial que está dando una penosa imagen de dependencia de los partidos que nombran a dedo y a placer a los magistrados, y con una oposición que, de alguna manera, entra en el juego, aunque tanto lo critique. Ya dimos la señal de alarma en la anterior renovación en la persona de Enrique Arnaldo, que ahora ha mostrado su sumisión al PP; lo mismo podría decirse ahora con los 'candidatos al TC' que nos trae el PSOE, respetabilísimos sin duda, pero, por muchas razones, absolutamente inadecuados para integrar un órgano encargado de asegurarnos que la ley de leyes no es violentada como sin duda ahora lo está siendo.
Las instituciones de un país están para respetarlas, haciéndolas evolucionar por consenso independiente de las tendencias partidarias. Ningún respeto se ha mostrado en estos lances hacia esas instituciones, que deberían ser las más respetables... aunque a veces nada hagan por merecerlo. Y encima, hay quien ahora quiere internacionalizar este sofoco que sentimos los que aquí dentro pensamos que no es esto, no es esto, acudiendo a la 'mediación' de las instancias europeas, que deben estar bastante escandalizadas con lo nuestro. Esto no es Polonia ni Hungría, desde luego; pero esto es... Spain, que 'is different'.
Regeneración, hay que repetirlo, es la palabra que cada día habría de imponerse más, y, sin embargo, cada día está más postergada. Nos han tenido secuestrados durante un día pendientes de sus maniobras orquestales en la oscuridad. No era la primera vez, pero esta ha sido la más descarada de todas. Y sigue.