El ARU de La Cacharra aspira a un año de prórroga

Mayte Rodríguez
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Se espera que las reformas de edificios se animen a partir de ahora tras el parón de la pandemia, que sobre todo en 2020 impidió que se celebraran las necesarias reuniones de vecinos para dar el visto bueno a las obras

El ARU de La Cacharra aspira a un año de prórroga - Foto: David Castro

Instalar una canaleta en la que ocultar la maraña de cables de todo tipo y grosor que recorre el exterior  del edificio, tan visible y poco estético a la vez, es uno de los trabajos que quedan pendientes de acometer en el número 20 de la calle Virgen del Pilar de Arenas, donde el día que este diario visita la zona también falta cambiar las ventanas, instalar los nuevos tendederos y pintar la fachada. Todo ello está previsto, así es que se acabará ejecutando gracias a la subvención pública de 49.049 euros con cargo a los fondos del Área de Regeneración Urbana La Cacharra El Seminario otorgada a esa comunidad de vecinos, que supone el 80% del coste total de las obras, con lo que los residentes sólo tendrán que hacerse cargo del 20% restante. Y aunque la mayor parte de la reforma exterior proyectada aún no se ha llevado a cabo, los vecinos ya han podido comprobar en primera persona que el principal problema el inmueble está resuelto. «Sufría unas humedades y unos olores tremendos, así que se han cambiado las bajantes y se ha eliminado toda la humedad que se acumulaba en la zona baja del edificio, donde también se ha puesto un zócalo nuevo», nos explica Javier Arias, profesional del estudio de arquitectura  al que la Junta de Castilla y León adjudicó la gestión del ARU. 

Éste  es uno de los seis proyectos de rehabilitación de edificios con fondos del ARU La Cacharra-El Seminario cuya obra está en curso en la actualidad, sólo dos están ya concluidos y otros tres tienen la solicitud tramitada. En concreto, está aprobada la reforma de «66 viviendas» de las 154 que comprende la primera fase del ARU, lo que supone casi el 43% del total. 

No obstante, será a partir de ahora cuando empiecen a verse con más frecuencia andamios, albañiles y contenedores de obra en esa zona de Ávila, algunos de cuyos edificios están empezando a beneficiarse de los casi 4,4 millones de euros en fondos públicos con los que se busca mejorar esa zona de Ávila, una de las más degradadas de la ciudad precisamente por su antigüedad, dado que esos inmuebles fueron construidos en los años 50 y 60 del siglo XX, con lo que todos sufren problemas similares que repercuten negativamente en la calidad de vida de sus vecinos. En la construcción de la mayoría de los edificios se usaron materiales impensables a día de hoy, como «el fibrocemento y la uralita», tampoco están bien aislados porque, pese a que sus muros «son gruesos», se pierde mucho calor por «las ventanas». Ni son edificaciones accesibles, de hecho muchas carecen de ascensor pese a que sus vecinos son personas de la tercera edad con dificultades de movilidad y tampoco los tejados se encuentran en condiciones óptimas, tal como Arias nos va mostrando mientras recorremos la zona con él deteniéndonos en aquellos que tienen ejecutada la obra o en los que ya está dado el visto bueno y solo falta que empiece a trabajarse en ello.

El ARU de La Cacharra aspira a un año de prórrogaEl ARU de La Cacharra aspira a un año de prórroga - Foto: David CastroEl estudio de arquitectura para el que él trabaja suma casi tres años de tarea en el barrio, aunque admite que «la pandemia ha dificultado mucho el proceso», dado que para beneficiarse del dinero público que el Estado (Junta de Castilla y León, Ministerio de Fomento y Ayuntamiento  de Ávila) pone a disposición de los propietarios que quieran reformar sus edificios es imprescindible que «se pongan de acuerdo vía reuniones de vecinos y  durante 2020 pasaron meses y meses» en los que estuvieron expresamente prohibidas debido a la gravedad de la crisis sanitaria. «Para reformar un edificio tiene que haber  una mayoría de los vecinos que estén de acuerdo, pero primero tienen que reunirse para hablarlo y llegar a acuerdos», puntualiza. 

las razones.  Precisamente porque se ha perdido un tiempo valioso y a que la vigencia del ARU en esta primera fase concluye a finales de 2023, la idea es «prorrogarlo otro año más» y así se solicitará a la Junta de Castilla y León, posiblemente a través de una solicitud «conjunta con otros ARUS que están desarrollándose en Castilla y León porque al final todos hemos estado casi un año paralizados», plantea Javier Arias. Esa «prórroga excepcional» daría un impulso a las intervenciones porque habría más tiempo para tramitarlas y llevarlas a cabo, algo fundamental para que el ARU La Cacharra El Seminario se amplíe todo lo posible, ya que sobre el papel beneficiaría hasta «600 viviendas», aunque en este primer momento son las mencionadas 154 las susceptibles de ser mejoradas. «Si funciona esta primera fase cabe la posibilidad de que la Junta de Castilla y León autorice una segunda, pero todo depende de la acogida que las subvenciones tenga entre los propietarios de los edificios, si de 154 se adecuan 140 siempre será más fácil otro programa de cuatro años más para seguir rehabilitando el barrio», revela el arquitecto. 

Con la población vacunada y parece que con lo más crudo de la pandemia superado, Arias confía en que «a partir de ahora, también con la llegada del buen tiempo, empiecen los vecinos a animarse porque el ARU es una gran oportunidad para mejorar sus viviendas», asegura. «La subvención supone el 80% del coste de la obra, los propietarios solo se hacen cargo del 20% restante», añade. 

El ARU de La Cacharra aspira a un año de prórroga
El ARU de La Cacharra aspira a un año de prórroga - Foto: David Castro
Eso sí, admite que, a la hora de decidirse, las personas que  para quienes viven en el barrio supone un handicap el hecho de tener que adelantar el dinero. «La Ley de Subvenciones establece que para acometer una obra subvencionada primero hay que pagarla y sólo después te otorgan la subvención», una exigencia que complica las cosas en un barrio en el que mayoritariamente reside población mayor «con pensiones bajas», apunta. Así es que a estas alturas ya han comprobado que «uno de los grandes problemas es la falta de liquidez de los propietarios, que en un primer momento no disponen del dinero que se les exige adelantar pese a que después se les devolverá en forma de subvención», señala. Precisamente para tratar de solventar esta situación, una entidad financiera asentada en la zona ofrece préstamos personales con los que se palía esta dificultad inicial de liquidez. No obstante,  también existen «medidas de apoyo» por parte de la Oficina Técnica que gestiona el ARU, consistentes en certificaciones de obra progresivas, de manera que no es necesario llevar a cabo todos los trabajos para poder recibir la subvención, sino que «hacen el 25% de la obra, se justifica, nosotros lo certificamos y  se otorga la subvención correspondiente y así hasta que se complete la reforma prevista al 100%», detalla Javier Arias quien, por experiencia -en estos dos años han visitado los portales, han celebrado reuniones con los vecinos, etc.-, nos cuenta que a la hora de aprovechar estas subvenciones suele ser determinante que en la comunidad resida algún vecino que «tome la iniciativa» y se encargue del papeleo, de recabar presupuestos entre las empresas constructoras que estarían interesadas en realizar la reforma, etc. «Nuestra oficina técnica, que está en el Paseo de la Estación, les facilita bastante los trámites, pero hay una parte más privada de la que tienen que encargarse los propios vecinos y al ser personas mayores siempre cuesta más que vean los beneficios de esta oportunidad de mejorar sus viviendas», reconoce. Otra dificultad en este sentido es que en la zona hay edificios en los que no está constituida la comunidad de vecinos, algo imprescindible para poder optar a las subvenciones del ARU que, incluso, cubrirían los costes administrativos derivados de ese paso, como serían los gastos de notaría y gestoría. 

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