Rescatados en mitad del mar

J.M. Rodríguez (EFE)
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La llamada Ruta Canaria, activa desde 1994, ha dado acceso a Europa en patera a casi 158.400 personas, tras superar travesías en océano abierto que van desde los 100 a los 1.500 kilómetros

Rescatados en mitad del mar - Foto: Ramón de la Rocha

«Llamada general, mensaje de urgencia: neumática en situación de emergencia con unas 28 personas a bordo, a la deriva navegando en precario hacia las costas de Canarias». Desde septiembre de 2019, pocos días han pasado sin que las emisoras de radio de seguridad en alta mar chisporroteen con alertas como esta en la ruta migratoria más peligrosa de Europa y del mundo.

Con altibajos, la llamada Ruta Canaria de las pateras está operativa desde el 28 de agosto de 1994, cuando la estrenaron dos jóvenes saharauis que llegaron a las costas de Fuerteventura.

A partir de entonces, han accedido a Europa a través de Canarias 158.379 personas en patera, según las cifras que publica periódicamente el Ministerio de Interior, tras superar travesías en océano abierto que van desde los 100 hasta los 1.500 kilómetros.

De todas las llegadas acumuladas en esas casi tres décadas, un tercio (55.878 personas) corresponde a los dos años y ocho meses transcurridos desde finales del verano de 2019, cuando se hizo evidente que buena parte de la presión migratoria del Estrecho de Gibraltar y el Mar de Alborán se estaba desplazando hacia el Atlántico, convirtiendo a Canarias en la principal vía de entrada de indocumentados al Viejo Continente por mar en varios momentos.

Thank you Spain for your search and rescue efforts, escribía hace justo un año en Twitter un alto funcionario de Naciones Unidas al conocer la historia de un cayuco localizado a más de 500 kilómetros de El Hierro, con tres únicos supervivientes (de 59 pasajeros) que habían pasado 22 días a la deriva.

Ese elogio a los servicios españoles de rescate en Canarias procede del enviado especial de ACNUR para el Mediterráneo Central, Vicent Cochetel, acostumbrado a denunciar semana tras semana la situación que sufren allí los sin papeles, con países que niegan puertos de desembarco a los supervivientes y ONG como Open Arms, Médicos Sin Fronteras, SOS Méditerranée o Sea-Eye supliendo con sus buques el papel que deberían desempeñar los Estados ribereños.

«Estamos teniendo una llegada masiva de embarcaciones precarias. Y se nota tanto en el trabajo del centro de control como en el de las tripulaciones», asegura la jefa de Salvamento Marítimo en Las Palmas, Sofía Hernández, que coordina un despliegue de medios públicos de rescate, marítimos y aéreos en solo tres islas (Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura) al que es difícil encontrarle ejemplos comparables en Europa.

Un millón de kilómetros

España es responsable en Canarias de ofrecer ayuda de emergencia a los navegantes en un millón de kilómetros cuadrados de océano, desde el sur de Madeira (Portugal) hasta Nuadibú (Mauritaria). Una superficie que dobla su territorio y que supone el mayor esfuerzo del país en el reparto internacional de las zonas SAR (siglas inglesas de «búsqueda y rescate»). Las otras tres áreas SAR españolas (Cantábrico, Atlántico y Mediterráneo) apenas suman juntas la mitad.

El pasillo entre la costa de Marruecos y la islas españolas es una de las autopistas marítimas del mundo, un corredor clave por donde transitan a diario cientos de petroleros, mercantes, cruceros, pesqueros y yates de recreo en las rutas que comunican Europa, África y América.

Es un tráfico que genera sin parar todo tipo de emergencias a Salvamento Marítimo, desde averías o evacuaciones médicas hasta incendios o naufragios. Pero hoy, el 50 por ciento de la actividad de la sociedad estatal lo acapara la migración. Y es que el 80 por ciento de las personas que han llegado a las islas en patera desde que se reactivó la ruta (44.647 hasta el 31 de mayo) fueron rescatadas por alguna de las 12 «guardamares» y «salvamares» que Salvamento tiene desplegadas en Canarias. El resto alcanzó la costa por sus propios medios o fue auxiliado por la Guardia Civil, el Ejército del Aire o algún mercante.

Ha sido una presión tremenda para las tripulaciones destinadas en Canarias. La mayoría de los marineros ya ni sabe cuántos rescates ha realizado. «Yo he perdido la cuenta, la verdad», confiesa Zebenzuí Cabrera, uno de los patrones de Salvamar Macondo, el barco rápido de salvamento que opera desde el puerto de Arguineguín (Gran Canaria). «Solo este año, calculo que unas 600 o 700... por lo bajo».

Un solo uso

En las tripulaciones de Salvamento en Canarias y también en las salas de control observan con preocupación el cambio más notable que ha dado la ruta en el último año: cada vez son más los grupos que se aventuran en lanchas neumáticas, embarcaciones mucho más endebles que las pateras, que no están preparadas para navegar en océano abierto. Además, vienen sobrecargadas y apenas sobresalen 50 centímetros del agua, lo que tiene consecuencias fatales.

De igual modo, en las tripulaciones de Salvamento con base en Arguineguín han observado otro detalle desde hace unas semanas con las neumáticas que delata el desprecio por la vida de las mafias que manejan este negocio: ni siquiera son barcas viejas reparadas.

Las últimas rescatadas por la Guardamar Calíope todavía olían a pegamento y conservaban trazos de bolígrafo con patrones de corte que delatan cómo las fabricaron. Fueron construidas de manera artesanal, con materiales baratos, de cualquier forma, para un solo uso... si es que llegan a completarlo.