Viaje a lomos de un violín

M.E
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Ara Malikian regresó a Ávila con un espectáculo íntimo en el que el arte y la música compartieron protagonismo con los sentimientos y recorrieron diversas culturas y estilos. El Lienzo Norte completó el aforo permitido, cerca de 500 butacas

Viaje a lomos de un violín - Foto: Isabel García

Había ganas de cultura segura y se notó en el ambiente. Muchos espectadores no habían asistido a ningún concierto desde hace meses y la elección del cartel resultó de lo más acertado. Sobre las tablas, un virtuoso del violín, Ara Malikian, un artista con mayúsculas que renovó su idilio con Ávila. Ni la pandemia impidió una cita en la que el libanés volvió a fascinar, esta vez con una actuación más íntima y personal, aunque igualmente inspiradora, tal y como marcan los tiempos.

El público abulense no defraudó y llenó el aforo permitido del Lienzo Norte, reducido a la mitad -500 butacas-. Las medidas de seguridad estuvieron presentes en un concierto que devolvió la música al auditorio y que ofreció un sugerente viaje por distintos países, culturas, épocas y estilos a lomos del inseparable violín de Malikian, un instrumento que, para este ‘Le petit garage’, estuvo acompañado del piano de Ivan ‘Melón’ Lewis para crear un mano a mano armonioso y perfectamente engrasado.

La música clásica se combinó con la moderna, con composiciones propias y ajenas, para brindar un espectáculo marca de la casa tan único como inimitable y que asombró desde la primera nota. Una ‘intro’ muy especial que el artista arrancó desde el propio patio de butacas y que dio paso a ‘Con mucha nata’ y, de ahí, a ‘Burj Hammoud’, el tema con el homenajeó a su barrio de Beirut.

No faltaron sus característicos movimientos, llenos de energía y pasión, el cambio de ritmo de sus piezas y unos monólogos repletos de humor y vivencias, todo ello en el marco de una puesta de escena sobria. «Estoy muy contento y emocionado de volver a Ávila y ver a este público maravilloso», dijo Malikian, quien prometió un concierto seguro, para que la gente volviera a casa «infectada de música», y estar tocando «18 horas» por la emoción, eso sí, con permiso del toque de queda.