«Siempre he tenido la sensación de poder hacer algo útil»

I.Camarero Jiménez
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Ignacio Burgos (Madrid, 1952) es especialista en Medicina Interna y acaba de jubilarse tras 42 años dedicado a la Medicina Rural. Tenía que haberlo hecho antes, pero llegó la pandemia y lo pospuso una vez más. Fue terrible, pero había que estar.

«Siempre he tenido la sensación de poder hacer algo útil» - Foto: Isabel García

Ya de adolescente, Ignacio Burgos (Madrid, 1952) fue viendo claro a qué debía dedicarse en su vida. Reconoce que siempre le ha gustado servir y quizá por ello se dedicó a la medicina (y a la política). Se decidió por ello porque «ser médico y poder curar es una cosa absolutamente fantástica», ¿quién no lo pensaría así? (se pregunta) porque  «si alguien está mal, está llorando o está sufriendo y puedes hacer algo para paliarlo pues es sin duda algo m uy atractivo», resume. Prácticamente acaba de jubilarse y a sus espaldas lleva 42 años de trabajo. Recuerda con nosotros que mientras estudiaba la carrera trabajó en el hospital Beata Mariana de Jesús, frente al Gregorio Marañón en Madrid. Trabajó con el director del hospital, quien era cirujano (especialista en Cirugía General y Plástica) lo que le permitió a Burgos estar en 3.000 intervenciones. Al acabar, tocó hacer sustituciones en Madrid pero «estar todo el día de un lugar a otro» no le gustó (como a casi nadie) porque «atender a una población a la que no conoces me pareció extraordinariamente frío y un compañero me habló, por suerte, de los médicos titulares y de la medicina rural». 

Buscó empleo alrededor de su núcleo afectivo que era Madrid y así llegó a Ávila, «un sitio estupendo para venir». Fue, dice: «Realmente fantástico coger la profesión en las manos y tener una población determinada a la que cuidar y a la que dedicarme». Se refiere a Tornadizos de Ávila, «en la que viví durante muchos años» y a tenor de cómo lo dice, en la que fue muy feliz. Allí estuvo entre el 78 y el 87 y después llegó el tiempo de ejercer en Mingorría, desde entonces y hasta ahora. Cifra en unas 25 personas las que atendió cada día de trabajo, así durante 42 años, por una media de cinco días a la semana y trabajando 45 semanas al año. En fin, hagan sus cuentas pero son muchas, muchísimas consultas y pese a ello reconoce que en toda su vida sólo recuerda «un paciente pesado», pero de los de verdad puesto que «le ví 105 veces en un año» y sin que le pasara nada, al menos nada que fuera diagnosticable. «No hay cosa más difícil de diagnosticar que lo que no existe», sentencia. 

Sabe cuántas veces atendió a esta persona porque «fui el segundo médico de Europa en trabajar con el ordenador en la consulta. Fue en 1990/91 cuando era el representante de los médicos generales en Europa y conocía bien el tema de cómo estaba la informática en la entonces UE de 12  miembros». Aquí sí, Ávila fue pionera «al igual que Toledo», recalca con orgullo. En todo este tiempo «todos los días he tenido la sensación de poder hacer algo útil por alguien» y ésa es la mejor recompensa, dejando claro que «los médicos no salvamos vidas todos los días».

Ha estado a pie de consulta, atendiendo los pacientes habituales, a los desplazados, a los de las guardias médicas ... pero también fue Director General de Salud  Pública entre 1995 y 1999 (le tocó entre otras, la crisis de las vacas locas o la de las dioxinas que «fue una especie de colza») y fue uno de los ponentes (durante su paso por el Senado entre 2004 y 2011) de una acción que cambió la vida a las personas que sufren enfermedades raras y cuya causa enarbola ahora la Reina Letizia (princesa en el momento de aquella ponencia). Y es que tiene claro que en medicina, como en política el ciudadano debe quejarse para si hay algo  mal, solucionarlo.

 

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¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza sobre Ávila?

Gente amable, leal, comprometida y sacrificada además de un cielo maravilloso.

¿Que es lo que más le gusta de vivir en Ávila?

Lo cierto es que, desde luego, yo vivo en Ávila (aunque es de Madrid) por las personas que habitan en Ávila, por los amigos, porque aquí he desarrollado mi vida, aquí han nacido mis hijos, he ejercido mi profesión...En definitiva Ávila me ha dado todas las oportunidades durante toda mi vida profesional. Estoy muy agradecido por todo lo que me ha dado.

¿Y lo que menos?

Que a los 18 años se van los hijos.

Un lugar para perderse…

Gredos, desde luego; la Moraña, en verano; y avanzada la noche, paseando por el centro, por el Chico y alrededores y a ser posible con luna llena porque el cielo es maravilloso y de fondo, el sonido de las campanas. Recuerdo una tertulia hace años que teníamos periódicamente con Serafín de Tapia, Ángel Hernández, Cenalmor etcétera que acababa siempre en un paseo por Ávila ya de noche, con ese frío... Me lo pasaba muy bien con ellos.

Un recuerdo de la infancia…

Más que mío, de la infancia de mi hijo, paseando por el Rastro, cogidos de la mano y disfrutando de las golondrinas. Lo de que un niño te coja de la mano... se me va la vista cuando lo veo, es precioso.

Un personaje abulense que le haya marcado.

Adolfo Suárez. Por su valentía, generosidad, inteligencia, coraje, trabajo.

El mayor cambio que necesita Ávila ...

Comunicaciones. Ávila es una ciudad maravillosa para vivir, perfectamente integrada en Castilla y León, pero tenemos un extraordinario vecino que es Madrid, que tiene un enorme, descomunal potencial que debemos aprovechar y eso pasa por las comunicaciones.

Y Ávila tiene que mantener…

Desde luego su casco histórico y el carácter de su gente: leal, sacrificado y solidario.

¿Qué le parece la ciudad hoy día?

Está bonita porque además lo es. Falta arreglar algún paramento, aceras y calzadas y quizá hay que modernizar un poquito el comercio para que tenga más futuro y para que las grandes superficies no se lo coman.

¿Cómo ve Ávila en el futuro?

Conservando su esencia, que es la identidad de la ciudad y la de una provincia, que es agrícola y ganadera, respetuosa con el medio ambiente, pero más modernizada en sus medios de producción. La veo con una capacidad de absorción del excedente madrileño importante.

¿Qué puede aportar a la provincia de Ávila?

Bueno, creo que soy bastante insignificante para aportar, pero desde luego seguir viviendo aquí. Ávila me ha dado mucho y me gusta vivir en Ávila. Después, participar y colaborar en lo que sea necesario porque a mí siempre me ha gustado servir.