Carreteras, la espera eterna

M.E
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La A-40, la conexión con la A-6 por autovía, el puente de la Gaznata o el desdoblamiento de la N-110 acumulan años de estudios, retrasos y promesas. La oportunidad del Corredor Atlántico reaviva la reivindicación de las infraestructuras pendientes

Carreteras, la espera eterna

Sobre la mesa del Ministerio de Fomento –de los sucesivos equipos de mando que han ido pasando a lo largo de los años– aguardan esperando turno varias infraestructuras de la provincia de Ávila, fundamentalmente de carreteras, aunque también de ferrocarril. Son vitales para la vertebración de Ávila y la mejora de las comunicaciones tanto con sus provincias limítrofes como con el norte y sur de España, una importancia que parece no haber servido para agilizar unos proyectos que acumulan años de estudios, retrasos y promesas y que, pese a que se han ido reclamando por activa y por pasiva, no acaban de ver la luz. Hablamos de la autovía A-40, llamada a unir Ávila y Maqueda (Toledo), la conexión con la A-6 también por la autovía, el puente de la Gaznata o el desdoblamiento de la N-110. La reivindicación para que estas historias interminables puedan empezar a materializarse, siempre en boca de los partidos políticos (sobre todo cuando están en la oposición o cuando hay elecciones) y los distintos colectivos y agentes sociales, se reaviva ahora con la oportunidad del Corredor Atlántico, un macroproyecto europeo que, al menos sobre el papel, huele a futuro. 
Y Ávila, en este juego de redes, plataformas logísticas, nudos de comunicaciones, puertos secos y miles de kilómetros de ferrocarril y carreteras, tiene mucho que decir (y que ganar). La provincia está llamada a acoger los flujos del tráfico del sur de España y la conexión que ya se ha aprobado del eje Mediterráneo y Atlántico desde Valencia, por Cuenca, y el sur de Madrid, a la espera del visto bueno del Consejo Europeo, según señalaba hace algunas semanas, precisamente en la capital abulense, Germán Barrios, presidente del Consejo Económico y Social de Castilla y León.

En este marco del Corredor Atlántico aparecen dos cuestiones clave, la conexión ferroviaria con Madrid y la A-40. Llamada a ser el ‘bypass’ de Madrid, la autovía ya está ejecutada en la parte de Castilla-La Mancha pero no en la de Castilla y León, donde sigue ‘empantanada’ en los trámites previos. Desde el año 1993, cuando se empezaba a proyectar ante la saturación de la capital de España, ya ha llovido.