José Ignacio Dávila

Pensando

José Ignacio Dávila


Las cosas bien organizadas

09/06/2022

Vivimos en un Estado Constitucional, con el poder que nos entrega nuestra soberanía, porque así lo hemos querido la mayoría de los ciudadanos, con La cosas de la convivencia bien organizadas, y en paz. 
El pacto constituyente entre los españoles, es la respuesta popular de cada día, con el encuentro de la convivencia y en nuestra historia real, la que se hace cada día en familia, deseando que se cumplan las reglas constitucionales para todos, bien organizadas y en donde nos ha tocado estar, que la nación no es una superficie parcelada, cuando la soberanía territorial no admite desigualdad en derechos ni en obligaciones, dentro del espacio común de derechos y obligaciones, e impuestos. 
El derecho a estar y ser parte de una comunidad organizada, necesita la respuesta y la presencia de buena gente al mando de las cosas de la convivencia, con buena cabeza y buenos propósitos, hasta con la capacidad de enmienda para levantar la casa común, hacerla más grande para las nuevas generaciones, y sin necesidad de buscar lenguajes excluyentes, para seguir contando las cosas de una convivencia normal, la de casa, del barrio, ciudad, provincial y región, entre familias a lo largo de siglos en historias reales.
Un Estado constitucional bien organizado no se cuartea, resiste los afanes totalitarios, como nos enseña la historia real de las naciones libres, en nuestra geografía y economía europeas; solos no se llega lejos. Pertenecemos por derecho y en la historia, a las naciones culturalmente avanzadas. Tenemos historias reales y las podemos contar en la historia real de los pueblos que tenemos una lengua universal, española, sin necesidad de ningún tipo de desorden, ni necesidad de enfrentamientos excluyentes del Estado, Nación y de nuestros símbolos. Las palabras deben ser medio de comunicación de culturas, de encuentro y enriquecimiento humano, social y servir al mensaje de la paz entre naciones civilizadas. 
La soberanía popular es el poder constituyente de la nación española y legitima y da validez a las normas que son fruto de nuestro pacto constituyente para tener las cosas bien ordenadas. Cuando se valora el esfuerzo de llegar a fin de cada mes en familia, se puede filosofar acerca de cómo hacer que la vida lo sea a) en paz; b) con el respeto de las formas de pensar, opinar y comunicar (aquí tenemos el idioma español y las lenguas amparadas por la Constitución); c) darnos cuenta somos parte viva del grupo de seres con derecho a vivir, desde que se inicia lo que somos hasta el final natural de la baja definitiva en el Censo (el del INE y Hacienda); d) añadan su aportación, que las sumas son importantes.
Las cosas bien organizas precian la presencia de los grandes políticos, y su eficacia se va midiendo cada día por tener las cosas de la convivencia bien organizadas. Las reglas del buen hacer en las labores de la convivencia, parten de la realidad de su presencia y capacidad de apoyo de todos en una sociedad tan viva como la nuestra, y con buenas cabezas, para hacer reales las proclamas de la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político. Hemos decidido que la acción política se justifica en la defensa de los valores, derechos y obligaciones, para contar con una sociedad con buena salud, sin sobresaltos en sueldo, precios estables y sin inflación del valor del dinero, que la historia no los olvida. 
Cuando se ponen los pies en el suelo real, los discursos se reflejan en la vida real de cada quien, y cuada cual, en el cómo van las cosas, y la necesidad de una buena educación y formación para poder conseguir el trabajo de cada día. Los libros de formación y estudio son dinero para el mañana. 
En el taller de la vida hay que tener las cosas bien ordenadas, en una sociedad tan competitiva y en la realidad, la formación y educación moral y profesional es inversión necesaria y segura. Y aquí llegamos, en Nación, Estado Constitucional, en el trabajo necesario para tener las cosas bien organizadas.
En educación, opinión y pensamiento libre, no hace falta rehacer la historia imaginaria del pasado, cuando lo que importa es conseguir una historia real en vida de verdad de la justicia social, en el trabajo decente y bien retribuido (y no de papeleta electoral), para ejercer el derecho a ser ciudadano bien formado en una sociedad real. En el final de cada mes en una sociedad competitiva y el afán diario para soberano en la vida real de casa y empleo; y también en la educación filosófica de que nadie es más que otro si no hace más por los demás, en la política real de una sociedad bien organizada.