Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


Agujero negro

14/06/2022

Hay días que uno quisiera alejarse de las noticias, del ruido mediático, de pensar en cosas negativas o terribles que continuamente te bombardean, o simplemente o idiotamente banales, que son la mayoría. Guerras, muertes, violaciones, huelgas, hambre, enfermedades, desastres en tierra, mar y aire, volcanes, incendios, inundaciones, además de trampas y corrupciones; políticas de bla bla bla; o que fulanito se casa con menganita, (no digo fulanita, porque podría entenderse mal por el feminismo) o qué vestido tan mono, y no digamos el mal uso de los «móviles», donde la mayoría quiere estas fuera y dentro de ese mundo que pasa tan deprisa ¡no te vayas a perder algo! Parece ser como que los hados se empeñan que así sea el mundo y el momento en que vivimos. No hablo de las cosas buenas, porque esas no necesitan corrección, aunque tal vez sí algo mas de divulgación. Acaso en otros países su máxima preocupación sea, qué van comer hoy, y así visto, las comparaciones son odiosas y vergonzantes. Como no soy de trapo, aunque a veces sea un tarugo, tengo sentimientos en alguna parte de mi ser, y no puedo remediarlo, me pongo triste. ¡cómo está el mundo!   Estando muy lejos de la perfección, ya no sé si soy normal o desvarío. Podría encerrarme en mi fe, que siempre es un refugio, posiblemente muy flojita, pero suficiente para quejarme y bobaliconamente todo lo reduzca a un ¡si Dios lo quiere así, que así sea! o tal vez un ¡Dios, donde estas! Tal vez sean los años y acaso algún conocimiento de tiempos pasados, para creer que esto no es nada mas que un capítulo de la historia de la Humanidad, ni mejor ni peor que en otros tiempos, pues solo hace falta un repaso a la historia que ya fue, y ver el hoy como es y comparar.
Todo esto, que en nuestra escala humana es importante, queda minimizado cuando entramos en las noticias sobre el Universo, con mayúscula. Pues sí, todo esto, pasa o está pasando en un minúsculo planeta, una mota de polvo en el universo existente. Como la ciencia se mezcla con las creencias, hemos pasado de creer que nuestro planeta Tierra era el centro del universo, y que todo giraba a su alrededor, el llamado geocentrismo en el que creyeron Platón, Aristóteles, Ptolomeo, la Biblia, el Islam, durante siglos y siglos, hasta que un tal Copérnico, en siglo XVI, dijo que no, que la tierra y otros planetas, giraban alrededor del sol y que Galileo confirmó y proclamó ¡que herejía! teniendo que retractarse ante la Inquisición, aunque se supone que dijo, en voz bajita: «y sin embargo, se mueve», aunque la iglesia católica, ya en el siglo XX, con Juan Pablo II, anuló aquel juicio y sentencia a Galileo, lo que una vez mas me confirma que  mi fe, depositada en la iglesia, y la ciencia, no están tan lejos. Sin ser un experto, meterte en este mundo universal, te deja anonadado, pues las distancias ya no se miden en metros, sino en años luz, y que jamás alcanzará el ser humano; donde somos insignificantes, no solo en nuestro sistema solar, el que tenemos mas cerca y mejor conocido, dentro de una galaxia, sabiendo que es una mas de las que existen en ese universo, cuyos límites no conocemos, donde hay millones, donde todas caben y se mueven. Investigar en este campo debe ser apasionante, pues salimos de lo tangible, de lo que se toca, a teorizar sobre lo intangible y lejano. Las teorías se acumulan, y siempre surgen otras nuevas, basándose en la interpretación de lo que nos dicen sofisticados aparatos, y a las matemáticas y la física, nuevas, pues las clásicas aquí no sirven, pero siempre con su base racional, de demostración de la teoría que es la base de la ciencia. 
Querer meter en un artículo el Universo, es un imposible metafísico. Por eso acabo con una sola noticia, encabezamiento del artículo. Se ha podido fotografiar un agujero negro, en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, cuya existencia confirmaban las teorías (según definición, un agujero negro es un espacio finito, en cuyo interior hay tal concentración de masa que genera un campo gravitatorio inmenso, del que nada puede escapar, ni siquiera la luz). Demostrada teóricamente su existencia, solo hacía falta verlo, y para ello los científicos, que no disponen de ningún telescopio tan grande capaza de detectarlo, se idearon hacer de nuestro planeta Tierra, un radiotelescopio formado por ocho telescopios clásicos, distribuidos por todo el planeta. Y también se ha conseguido gravar su sonido, un ruido en el espacio. ¡me mareo!
Nuestra provincia tiene varios sitios de observación del cielo, los llamados miradores estelares, pues nuestro cielo, en Gredos o cerca de la ciudad, son excelentes para acercarnos un poquito, solo un poquito, a lo que no vemos con nuestros simples ojos. Como un atractivo turístico mas, que tal vez nos haga pensar en nuestra pequeñez.