Abel Veiga

Fragua histórica

Abel Veiga


Péndulos

14/06/2022

Tanto va el cántaro a la fuente de la improvisación que el rigor cambia o suavemente se diluye. Y en el tablero de la política internacional, la de verdad, la seria, la que permite sentarte en la mesa de la diplomacia de intereses que en el fondo mueven las ruedas o palancas del poder y el respeto los cambios de rumbo sin criterio o repentinos pero sin explicación de ningún tipo acaban pasando factura tanto a gobiernos como a países en suma. Pues es la posición de España la que a la hora de la verdad cuenta. Y esta, realmente, fuera, cuenta lo justo y escasamente lo necesario. Tras el desastre de las Azores y las mentiras de la guerra de Irak, ahora con el cambio sobre el Sahara y lo que sucede con Argelia es la crisis más fuerte a la que se enfrenta nuestra diplomacia. Y el sentido común y la estrategia es la que debe prevalecer. El polvorín de la inmigración ilegal está presente, como la relatividad de las fronteras, pues quién juega está dispuesto a emplear todo lo que entiende arma arrojadiza. Aquí ya no se va de farol. Tampoco Argel ayer por la tarde. No estamos en todo el norte de África hablando ni negociando con estados democráticos en verdad. Y las consecuencias, como las claves, cambian diametralmente.
Mal haríamos ahora mismo en enfrascarnos en una cainita guerra dialéctica interna, por mucho que sea cuestionable la decisión. Y decisiones como las que están en el fondo y trasfondo de lo que ahora sucede son de las que marcan las relaciones internacionales.
Lealtad a España, no nos confundamos. A ningún otro país. Pero evitemos fisuras, contraposiciones y no juguemos en el alambre de la improvisación. Hay asuntos y temas de estado que trascienden al ministro y al presidente de turno. Y esta España de hoy ya no es la del turnismo de otrora, pero tampoco la de charanga y pandereta donde todo vale y donde tierra quemada y no mirar hacia el otro lado de la bancada.
Solo la vorágine del transcurso del tiempo, con su inevitable sosiego, acaba regalándonos la necesaria perspectiva, y con ella, la emoción de los sentimientos instantáneos. Y también el reconocimiento de si erramos o no. O si la pasividad o el inmovilismo respecto al Sahara amén de la presión de EEUU era o no el camino y la inercia a romper. De esto también hay en esta decisión.
El mundo entra de lleno en su tercer milenio. Ahora sí. Y en el escenario internacional ya nada es ni será igual y los desafíos ya no vienen por esta guerra que Rusia ha lanzado despiadadamente, y fuera de una legalidad que ha saltado por los aires. Todo se está rescribiendo. Y el tema del Sahara, como todo lo que sucede en Oriente Medio, no van a quedar al margen. Los polvorines no necesitan mechas, o más de las que ya han tenido. Y 46 años sin moverse, tiene, como toda ley de la física, su resistencia y sus enemigos. Argelia juega fuerte y lo hace con todo un desafío en las relaciones económicas y políticas, pero también ante Bruselas. Nada es casual en el día que, también llegan pateras a las islas, pero esta vez desde otros suelos distintos a los acostumbrados. Preparémonos que el órdago es y será fuerte.