«El barrio de Santo Tomás fue como un pueblo hasta los 70»

D. Casillas
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Fernando García San Segundo presentó este jueves, acompañado por muchos vecinos de la zona y también con la presencia del alcalde, el libro en el que recrea la historia de un barrio de Ávila que comenzó a formarse hace justo un siglo

«El barrio de Santo Tomás fue como un pueblo hasta los 70» - Foto: David Castro

Satisfecho por el trabajo realizado, ensanchada esa sensación de alegría por el apoyo que le daban más de doscientos vecinos de la zona –y por la participación del alcalde de la ciudad en el acto–, Fernando García San Segundo presentó ayer en el Monasterio de Santo Tomás el libro Las peñas de San Roque. Ávila. Barriada de Santo Tomás. 1922-1980, un trabajo de investigación muy apegado a la vida que narra –no en vano fue uno de los vecinos de ese paisaje urbano que ha retratado en palabras– en el que cuenta, con gran profusión de detalles, apoyo de fotografías y muchas dosis de cariño que hacen más humano la labor recopilatoria, el paso a paso en la creación de un nuevo barrio de la capital desde la construcción de su primera casa, en 1922, hasta el año 1980, seis décadas que significaron unos enormes cambios en todos los sentidos.

Ese trabajo de investigación, que su autor recordó que «me ha llevado más de tres años de mucho buscar», lo ha realizado su autor fundamentalmente en el Archivo Municipal «para ver la evolución del barrio, sobre todo en lo que se refiere a las construcciones allí realizadas, desde la primera casa que se construyó», una labor de rastreo que ha complementado con datos mucho más 'humanos' como, por ejemplo, «la recopilación de fotografías, que he ido haciendo vecino por vecino, con el problema de que algunos han fallecido y que otros están viviendo fuera, pero al final he conseguido recopilar unas 800 imágenes de ese pasado que es relativamente cercano que en algunos aspectos parece que es muy lejano».

En esencia, resumió Fernando García, «lo que cuento en el libro es la historia de la creación de un barrio nuevo desde la nada, su evolución y cómo llega hasta el año 1980». Ese recorrido por la intrahistoria de la capital abulense, continuó explicando, «comienza en el año 1922, que es cuando se construye la primera casa, en una zona que todos los notarios en las primeras escrituras llamaban 'La peña de San Roque' o el 'Campo de San Roque', y voy contando luego cómo fue creciendo y cambiando  hasta 1980». 

Entrando más al detalle, apuntó Fernando García que «en el libro cuento también las historias de algunos vecinos que eran muy curiosas, y que creo que por eso son importantes para los lectores; recuerdo también todos los comercios que han funcionado en el barrio, casi todos ellos desaparecidos, los artistas que han salido de él, la gente comprometida con la Iglesia que hubo…; en general intento abarcar lo mejor posible cómo fue el conjunto de la vida en aquel barrio que prácticamente era un pueblecito, busco narrar la intrahistoria de una zona de la ciudad que creo que dejó de ser un pueblo para convertirse en barrio de la ciudad de Ávila en los años 70, que fue cuando más evolucionó». 

Tras aquella vivienda germinal del barrio que fue levantada en el año 1922 y unos años de muy pocos cambios, «hasta los años 40 se construyó muy poco en lo que luego sería el barrio, porque aún no había plan urbanístico para la zona y no dejaban construir; pero luego, en los años 50, se levantaron numerosas casas de piedra de una planta, muchas por gente que venía de los pueblos a buscar trabajo a la capital, y a partir de los 70 fue cuando se transformó urbanísticamente el barrio, con aquel primer boom de la construcción».

zona de solana. Ese enorme y rápido crecimiento en una zona en cuesta que tiene el atractivo de ser una magnífica solana para protegerse de los fríos abulenses «no ayudó a que el barrio conservase su identidad primera, e igual que a los demás barrios de la ciudad esa personalidad propia se fue diluyendo en el conjunto de la capital», un cambio que se notó en varios aspectos, pero especialmente en el hecho de que «hasta los años 60 la gente tenía abiertas sus puertas de casa, te hablabas con el vecino de al lado y con el que tenías a 200 metros, y ahora ya casi no conocemos ni al que vive al lado, y en eso creo que ha perdido su encanto y su identidad, por mucho que siga siendo el mismo barrio».

El libro, siguió explicando su autor, «me ha dado muchas satisfacciones, y también mucha gente me ha felicitado por ese empeño en recuperar la memoria del barrio», un trabajo en el que reconoce y agradece «la ayuda que me han dado mucho vecinos, que tenían unas ganas tremendas de ver el libro hecho, y por eso podemos decir que aunque el trabajo lo he hecho yo en realidad tiene muchos autores, por colaboración y también en algunos casos porque hay relatos que han escrito cinco o seis vecinos contando sus vivencias y he metido en el libro».

Treinta son los capítulos entre los que se reparte el contenido de este trabajo de investigación y recopilación, cuyos títulos adelantan de forma explícita lo que será su contenido: 'Las Peñas de San Roque', 'Los primeros pobladores', 'Los años trágicos', 'Los años cuarenta', 'Los años cincuenta', 'Los años sesenta', 'Los años setenta', 'Los años ochenta', 'La Mina', 'El comercio y el pequeño negocio', 'Un poco de todo', 'Las viviendas', 'La escuela', 'Los perros', 'La primavera', 'El verano', 'El otoño', 'El invierno', 'La iglesia', 'Empleo y población', 'Familias numerosas', 'Los juegos', 'Los artistas', 'Deportistas', 'La metamorfosis', 'Noches de sereno', 'El barrio vaciado', 'Recuerdos', 'Galería fotográfica del Banco de España' e 'Imágenes para el recuerdo'. 

Antes de publicar Las peñas de San Roque. Ávila. Barriada de Santo Tomás. 1922-1980 había escrito Fernando García otro libro, del que solamente editó un centenar de ejemplares para la familia y amigos, en el que, bajo el título de Julia y el chico de la dehesa, contaba la historia de amor que vivieron sus padres, y luego escribió dos cuentos-cómics y unas memorias para su familia, pero fuera del ámbito familiar no había hecho nada. 

Ahora, con la satisfacción por el resultado de este voluminoso libro, y también un poco cansado por el mucho trabajo que le ha supuesto, no descarta volver a hacer algo parecido: «a mí me han quedado ganas, a mí mujer no», resume, «ahora estoy un poco cansado, pero igual si que en un futuro haga alguna otra cosilla».