El humilde barro convertido en soporte del arte pictórico

David Casillas
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El Almacén Visitable de Santo Tomé acoge una exposición de botijos pintados por artistas de los siglos XX y XXI, algunos tan destacados como Dalí, Canogar o Úrculo, entre ellos nueve abulenses

El humilde barro convertido en soporte del arte pictórico - Foto: David Castro

El humilde barro convertido en modesto botijo para, a modo de inusual metamorfosis, elevarse desde ahí a la categoría de 'lienzo' sobre el que crear un nuevo arte pictórico. 

Esa es la base, interesante y muy original por lo que tiene de engañosa contrariedad y de reivindicación de algo tan español como ese recipiente para contener y refrescar el agua, sobre la que se sostiene la exposición 'La piel del agua', una colección que reúne en el Almacén Visitable de Santo Tomé el Viejo del Museo de Ávila cuarenta creaciones de otros tantos pintores y escultores españoles de los siglos XX y XXI entre los que se cuentan grandes nombres como los de Dalí, Forges, Canogar, Úrculo o Mingote, junto a los cuales se acomodan perfectamente, por atinada inspiración y también calidad, nueve abulenses: Pepa de Castro, Lola Cubo, Javier Gómez, José Luis Pajares, Carmelo San Segundo, Rafael Sánchez, Ricardo Sánchez, Santiago de Santiago y Jesús Velayos.

Diferentes varios de esos botijos en su elemental estructura, que ya es de por sí un atractivo valor artesanal, son también muy distintos los motivos de inspiración y los estilos escogidos por cada uno de esos artistas para decorarlos, caminos que van desde el clasicismo grecorromano hasta la abstracción, pasando por el naturalismo, el expresionismo o el mero divertimento, creando un todo muy variado en el que las lógicas diferencias no estorban para nada, al contrario, a la coherencia del conjunto.

El humilde barro convertido en soporte del arte pictóricoEl humilde barro convertido en soporte del arte pictóricoEl resultado de esta colección de originales obras pictóricas, muy capaces de cautivar la atención del visitante, es un paseo por una orilla poco transitada del arte pictórico –ya solamente por eso sería digna de interés– que ha movido a artistas muy diferentes a esforzarse, seguro que con mucho placer, por participar en un juego con algo de reto cuyo resultado final sorprende y agrada.

Estos botijos llenos de arte pertenecen a la colección personal de Ismael Peña, cantautor y folklorista segoviano, un conjunto de 120 piezas de las que ha seleccionado 40 para esta cita abulense, que podrá verse hasta el 8 de enero.

En el acto inaugural de la exposición, celebrado ayer, el director del Museo de Ávila, Javier Jiménez Gadea, manifestó que «ésta es una muestra a la que le teníamos ganas desde que conocimos a Ismael cuando estuvo con nosotros dando una conferencia sobre una colodra de arte pastoril, y luego nos dio un concierto de música popular». 

«Para nosotros –añadió– es importante tener esta exposición en el Museo porque son objetos que reúnen por un lado la propia creación artística, evidente porque han salido de las manos y de los pinceles de grandes creadores españoles, y por otro porque el soporte en el que están realizadas estas obras no es convencional sino el humilde botijo, el ejemplo más ilustrativo de la sabiduría popular, y ese contraste entre el arte contemporáneo y el barro le dota de un valor especial».

«Además de los botijos como elementos individuales, que es cada uno una obra de arte, hay que destacar el valor del conjunto en sí mismo, porque detrás de eso hay una voluntad de hacer esa colección, y el mérito es de Ismael Peña, que tuvo la voluntad y la paciencia de ir haciendo la exposición, y también el buen gusto y el buen criterio de materializarla», a lo que se suma el mérito de «haber mantenido la amistad con la mayoría de los artistas representados».

Ismael Peña manifestó que «estoy feliz de estar aquí porque la especie de locura que se me ocurrió en un momento la puedo compartir. Quise unificar la pieza de barro sucio, porque el trabajo de los alfareros es siempre de ensuciarse con barro, y unirlo al entre comillas arte culto, porque siempre han estado juntos, solamente se han separado desde hace dos o tres siglos».

No es esta la primera vez que Ismael Peña trae su arte (el propio y el que colecciona) a Ávila, ya que además de la conferencia que dio sobre la colodra, recordó él mismo, «yo hice hace muchos años una exposición de iconos en Ávila, sobre el año 1970 o 1971, porque la pintura ha sido algo muy sentido por mí; he querido siempre hacerme pintor aunque se me cruzó la música en mi vida, y no me arrepiento de ello».