La farmacia entendida como el «arte de elaborar medicamentos» protagoniza una interesante exposición en el Archivo Histórico Provincial, una muestra esencialmente didáctica comisariada por los farmacéuticos abulenses Antonino González Canalejo y María González que recorre la historia de esta ciencia desde la Grecia clásica hasta el presente, a través de documentos y objetos que asientan esa milenaria memoria.
Explicó Antonino González que el origen de esta exposición estuvo en la celebración de «las bodas de oro de mi promoción y en el hecho de que mi hija está al frente de la farmacia familiar, que cumple 124 años, y creímos conveniente hacer un repaso y un reconocimiento a esta profesión elaborando una pequeña historia de cómo ha evolucionado la farmacia desde los tiempos antiguos hasta la actualidad».
Los griegos –«los creadores de la medicina científica en un momento en el que el médico es el mismo que el farmacéutico, tras un tiempo en el que ambos tienen la connotación de magos porque curan las enfermedades que se atribuían a castigos divinos»– , y los romanos «desarrollaron el primer pilar de la farmacia, que es la botánica..., el otro es la química».
Tras aquel 'esplendor' clásico, la Edad Media supuso «un retroceso porque decae el estudio de las ciencias y de la medicina y se vuelve un poco a la práctica de la magia y la superstición, se utilizan los amuletos para combatir las enfermedades, cuya causa es atribuida por el cristianismo a unos demonios que se introducen en el cuerpo de la persona y le causan la enfermedad, lo que lleva a que se practiquen los exorcismos».
Los árabes «retoman el cultivo de las ciencias y son los primeros que separan la profesión de la farmacia de la de la medicina», un nuevo avance «en el que hay una gran aportación al desarrollo de la farmacia por parte de médicos españoles como Maimónides, que era de religión hebrea, o de los árabes Abulcasís, Avenzoar y Averroes».
En el Renacimiento «la farmacia adquiere una nueva dimensión, en el siglo XVI se consolida como profesión sanitaria y en el XVII adquiere la dimensión científica», siendo también el XVI un momento en el que es destacada «la aportación de plantas llegadas de América y desconocidas en Europa que demostraron un poder curativo nuevo».
Tras la creación de las academias en el siglo XVII, siguió Antonino González, «llegamos al XIX con la farmacia ya organizada como licenciatura, creación de los estudios de farmacia en la que tienen un peso muy importante dos farmacéuticos abulenses, Agustín José Mestre, de Piedrahíta, y Manuel Hernández de Gregorio, de Zapardiel de la Cañada».
Ese recorrido histórico se cierra contando «cómo se organizan hoy los farmacéuticos para abastecerse con las nuevas especialidades farmacéuticas, que son sustancias que se fabrican a gran escala de carácter industrial y que se venden elaboradas», lo que ha generado «un decaimiento de la formulación magistral, es decir, de aquellas fórmulas que prepara el propio farmacéutico en la oficina».