Pablo Casillas

El Corrillo

Pablo Casillas


Antisistema

10/05/2022

Soy antisistema. Posiblemente también muchos de ustedes lo sean, aunque no lo sepan.
Me considero español, profundamente español, desde mis orígenes abulenses, y no lo oculto. Estoy orgulloso de nuestra historia y de nuestros antepasados. No ignoro nuestros defectos como Pueblo, pero no son mayores que los de otros países con parecida historia. Respeto sentimientos distintos al mío, si bien estoy dispuesto a darles la batalla legal y dialéctica para rebatirles.
Soy liberal, y entiendo que tal forma de ser política es la que acompaña a aquel que tiene por lema el esfuerzo y sacrificio, la implicación con la sociedad y con los ciudadanos que la conforman. 
Respeto la vida, la que está por venir en el vientre de las madres desde la concepción, y la que hemos de dejar cuando nos corresponda. Dispuesto siempre a afrontar lo que deparen las circunstancias, me rebelo contra aquellos que quieren imponerse con palabras fáciles y hechos huecos ante tan graves y relevantes problemas, que son inherentes al ser humano.
Por pura naturaleza, soy heterosexual. No alardeo de ello, tampoco lo oculto, ni tengo porqué justificarlo. He respetado y respetaré siempre otra forma de sexualidad. Considero que el hecho de ser hombre no conlleva ningún pecado original, como tampoco ninguna limitación el nacer mujer. La igualdad de los seres humanos no se consigue con guerras entre sexos.     
Para mí, las tradiciones y costumbres de nuestro Pueblo son una enorme riqueza que hay que proteger y dignificar. Me gustan los toros y la tauromaquia, milenaria, única en el mundo. No soy cazador mi pescador, pero he convivido siempre con personas que practican esas artes y puedo dar fe de su cariño y cuidado hacía la naturaleza, lo que no concurre en todos aquellos que les atacan.
Vivo en una ciudad, pero mi corazón se encuentra con la gente del campo, no en vano hasta la generación de mis padres todos nuestros antepasados han sido agricultores y ganaderos. España ha sido siempre el mundo rural, por encima de las urbes, y todo lo que hagan sus gentes contará con mi apoyo y solidaridad.
Amigo de mis amigos, amante de las tertulias y de los debates, públicos, sociales, familiares, de calle, soy respetuoso con todos, pero no me aparto de defender mis ideas, con la palabra y si hace falta con la ley. No consiento que se falte al respeto ni insulte a nadie por pensar de forma diferente. 
Podría seguir, habría mucho más que contar, pero aquí de lo que se trata es de poner de manifiesto que hoy en día soy un antisistema, por todo lo expuesto y por un poco más. También lo fui en época de Franco. 
Y me considero antisistema porque me alzo contra los que nos gobiernan desde la imposición de ideas, con el BOE en la mano, también contra los que están a su lado y  maman de esa teta grande que es el Estado; y contra los tontos útiles que les corean y aplauden.  
Antisistema ha habido siempre, y los habrá. El antisistema es el que lucha por la libertad y la independencia individual, desde el momento en que son los poderes públicos, las personas que los ostentan en cada momento, los que tratan de impedirlas.
No se confundan, lectores, en la actualidad no es antisistema el movimiento que nació del 15-M, materializado en Podemos y sus Mareas; el PSOE, que se dice progresista, ni tampoco los innumerables «ismos» que les apoyan: ecologistas, feministas, animalistas, etc, etc.
Todos ellos son SISTEMA, y están perfectamente organizados, como todo «régimen» que se precie, en búsqueda de la autocracia, que están camino de conseguir, si no se evita.
Los antisistema actuales son los que tenemos parecida forma de pensar, sentir y actuar a la que he expuesto precedentemente, con las necesarias y obligadas singularidades que corresponden a cada persona, o ¿acaso hemos de ser todos iguales?
Claro, a los antisistema se les presume que han de ser activos, caso contrario no podrían tener tal calificación y reconocimiento, y ello obliga a que se ha de dar la batalla contra el «Poder».
En nuestro caso, la actividad para demostrar nuestra oposición al nuevo Poder no ha de consistir en plantarse en la calle, cosa que solamente pueden hacer algunos privilegiados que están cubiertos económicamente por sus familias o gente desocupada que tanto les da estar ociosos porque saben que si persisten llegarán aquellos que les garantizarán un «sueldito» a cambio de su silencio; sino en luchar contra la imposición que quiere abocarnos a entrar en la nueva forma de alineación social, la denominada cultura de la «cancelación», cruel forma de convertir al ser humano en menos que un animal. 
El Poder que han traído los que se autocalifican como «progresistas», esa cultura de la «cancelación», únicamente se puede revertir con personas antisistema inteligentes, sagaces y combativos, con el ejercicio de la Democracia, en su mejor sentido. 
Modestamente, soy uno de esos antisistema.  ¿Y ustedes?