José Ignacio Dávila

Pensando

José Ignacio Dávila


Nuestro Estado constitucional

05/05/2022

Nuestro Estado Social y Democrático de Derecho tiene su importancia para las generaciones que transitamos por estos siglos XX y XXI, como la real presencia de la oportunidad democrática de ser soberanos y contar con los medios de protección legales para la defensa de los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, con una Constitución seria, y con la fuerza que nos otorga ser parte inseparable de la evolución europea. 
Nuestra soberanía, real y de la Nación española, y de la Unión europea, nos entrega la capacidad jurídica para ser dueños, y sujetos con identidad propia, de derechos y obligaciones que nos corresponden por ser ciudadanos soberanos reales. No somos seres anónimos, ni meros números globales de las estadísticas en los barruntos y presentimientos electorales.
Nuestra dimensión espacial y política nos otorga el derecho y el deber histórico de hacer real nuestra presencia en la civilización política occidental. Se trata del derecho social de hacer valer nuestra presencia soberana en colaboración con la continua e imparable transformación de la historia común europea, y occidental. 
En una sociedad democrática, la independencia de los poderes –legislativo, ejecutivo y judicial- nos enseña la fuerza de la juridificación de la acción política (en sabio diccionario: juridificar: Regular en derecho una situación anteriormente no prevista en las normas) paras seguir adelante con la democracia constitucional, evitar situaciones autoritarias ya conocidas en lecciones aprendidas en que quiere dominar la organización social en la busca del directorio político. Hoy vemos su presencia real en la guerra contra la libertad de las naciones, sus vidas democracias en destrucción bajo el terror, sangre, dolor y muerte. Es una lección abierta en nuestra frontera europea y la negación del derecho a comunicarnos con las naciones agredidas, que desean sumarse a las nuestras: pueblos a quienes se impide su derecho a la vida, a su defensa, formar parte de nuestra realidad social, democrática, europea, y ser parte de nuestra seguridad con la suya. 
Estamos en un mundo de ambiciones materiales y políticas: todo por la búsqueda y logro del poder sin fronteras políticas, ni éticas, en una sociedad dueña de su libro constitucional y que no queremos sea de mero papel; hasta con el escándalo de que hasta la libertad de comunicarnos se puede destruir por el Pegasus de turno en las redes de cualquiera, desde el más encumbrado hasta quien sabe… escándalos sin fronteras ni barreras. Bastante tiene cada quien y cada uno, para vivir y organizar la vida mejor para la familia y convivencia con las demás familias en casa, barrio, pueblo y ciudad, nuestra dimensión local, viva y real; y por una realidad más sensata.
La vida soberana sigue por encima de todo, reclama la defensa, presencia, valor y fuerza de los poderes de Estado, como dispone y recogen las crónicas diarias para hacer más fácil la vida del común ciudadano bajo la luz constitucional, y por nuestra seguridad nacional según las noticias  La libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo político, son las reglas y las columnas capaces de sujetar la casa común: nuestra Nación en suma con las demás. Cada día vemos la importancia de nuestra presencia en la historia real, y en la vida que hace posible saludar y recuperar la visión real de cada vecino, y hablar sobre cómo nos va por el camino, ya con menos embozos por pandemia asesina. La vida real sigue adelante, iluminada por los valores, principios, derechos y deberes constitucionales, que tanto nos acomoda en la vida real que debemos volver a valorar cuánto cuesta recuperar si se dañan. 
La acción política nos ha venido demostrando el acierto de nuestra ley fundamental,  ejemplo de los cuarenta años y de lo que venga; se hace valer en defensa del Estado y Comunidades reales; y no de oportunismos, que nadie renuncia al/los euro/s mensuales. En nuestra cultura política, real nos hemos reconocido de todos para todos, y hasta en el B.O.E (Boletín Oficial del Estado) como nuestra opción mayoritaria, es historia no se puede borrar y aquí está lo que se voto en su aprobación y consenso: a) contra las visiones totalitarias, y que siempre resurgen, y con nuevos trapos de moda para las nuevas ediciones por entrega  de las herejías contra una sociedad de ciudadanos soberanos, y libres; b) sin necesidad del control social del pensamiento, de la economía y de las reglas democráticas de la participación; c) sigan sumando su opinión, la suya. 
Tenemos una Constitución que nos viene mostrando su fuerza para actuar frente a la oligarquía destructora del alma social de las personas y sus derechos y valores, de la historia real de los pueblos libres: Ley para releer con los ojos que ven la realidad mejorable, sin acomodarse con el pasado; que mañana es otro día para seguir adelante, aun cojitrancos con estas cosas de la vida de cada quien, en una sociedad de todos para todos, y no de mero papel en nuestro Estado Constitucional.