Luis Tosar borda su papel más oscuro

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El actor gallego, que atesora tres Goya, hace una interpretación de cinco estrellas en 'Quien a hierro mata', una película de Paco Plaza que escarba en las raíces profundas del rencor

El intérprete, que también canta, es capaz de moverse como pez en el agua por la comedia, el drama o el ‘thriller’.

Paco Plaza, director de Verónica y padre de la saga Rec, cambia el terror sobrenatural por el pánico a uno mismo en su nueva película, Quien a hierro mata, un thriller que devuelve al espectador al mejor Luis Tosar, convertido en un personaje poseído por el rencor. Porque, a pesar del título, considera el actor que «la venganza al final es un acto que se comete pero el rencor es un proceso y un estado de ánimo». En su caso estaba muy lejos de su momento vital: «Cuando eres papá hay cosas que te plantean reservas». Por eso no le fue fácil decir sí al oscuro personaje.

Hay que ver la cinta para entender sus palabras, sobre todo, la escena del final: «Esa imagen -se sincera el protagonista de Celda 211- fue el motivo por el que tardé en decir que sí, era una energía que no me resultaba... agradable».

Gallego, de los artistas que marcan su «galleguidad» en cada cosa que hacen, Tosar (Lugo, 1971) es un actor 360, con tres premios Goya de siete nominaciones, capaz de dramas y comedias, musicales o cine histórico, que lo mismo aterroriza desde las cuatro paredes de una celda que conmueve hasta la lágrima tratando de salvar la vida a un bebé en la selva colombiana.

Esta vez, Plaza consigue de él una mezcla poderosa: es un padre y marido amoroso, buena gente, trabajador paciente y exquisito, pero también vengativo y despiadado en el ataque, con la paciencia de un reptil. Muchos Marios que Tosar reconoce haber sacado adelante con mucho esfuerzo.

«Lo que nos interesaba es que, en todo momento, cualquiera de los Marios de los que hablas fuera lo más verosímil posible, porque cada uno de ellos representa los momentos diferentes de la peli en general. Porque había distintos ámbitos: de la cierta placidez del comienzo, respiras la tensión de que va a ocurrir algo, hasta que inicia un camino hacia la oscuridad».

«Todo va adoptando un cierto nivel de paranoia, pero no solo él, también los Padín se dan un viaje salvaje», comenta Tosar, que ya bordó papeles oscuros con Celda 211, Te doy mis ojos... Pero no tanto.

Quien a hierro mata transcurre en un pueblo de la costa gallega donde todos se conocen. Mario (Tosar) es un hombre ejemplar que trabaja en una residencia de ancianos donde le toca cuidar a Antonio Padín (Xan Cejudo), el narco local que acaba de ingresar con una enfermedad degenerativa.

Así como el padre pierde facultades, sus hijos Kike (espectacular Enric Auquer) y Toño (Ismael Martínez) se encargan desastrosamente del negocio, hasta el punto de que la Policía les desbarata un golpe y Kike acaba en la cárcel y endeudado con un capo colombiano. Mientras su anciano padre no quiere saber nada, Mario se dedica a cuidar de su esposa, Marta (María Vázquez), a punto de dar a luz.

Hay persecuciones rodadas sin dobles, y tiroteos. También hay un parto que es auténtico y una muerte que acabó siendo real, la del actor Xan Cejudo, no sin antes vaciarse en el papel de Antonio Padín.

«Xan fue una de las primeras que yo encontré en Santiago de Compostela cuando me fui allí a vivir, me dio clase, compartimos teatro juntos... Trabajamos en bastantes ocasiones y luego nuestras carreras nos dispersaron. Él estaba retirado, vivía en una residencia y fue una maravilla, muy emocionante. Sobre todo por la ilusión de Xan, que era muy especial: estar otra vez activo y con un personaje perfecto para él», confiesa emocionado Tosar sobre el compañero fallecido.

Es la primera vez que Plaza rueda con un guion escrito por otro, en este caso, el tándem Juan Galiñanes y Jorge Guerricaechevarría (El día de la bestia, Celda 211), una circunstancia que le ha «liberado mucho» y le ha permitido «aportar mucho más como director», confiesa el realizador. «Hay una especie de desapego, cierta objetividad, que creo que enriquece, es una especie de pulido sobre una obra ya hecha muy interesante».